Kaptein, la segunda estrella más rápida del firmamento, ubicada a trece años luz de la Tierra, puede albergar un Mundial. Los dos planetas que orbitan a su alrededor, descubiertos una semana atrás por un equipo de astrónomos de la Universidad Queen Mary de Londres, saben que, después de Qatar 2022, Joseph Blatter, ganador por goleada del Congreso FIFA, podría darles la Copa de 2026. "Debemos preguntarnos -abrió Blatter ayer el Congreso- si algún día nuestro deporte (que es tan popular) se jugará en otros planetas y entonces no tendremos el Mundial, tendremos torneos interplanetarios."
"Blatter forever." El Congreso rechazó ayer límites de edad y de duración de mandatos, a él, que tiene 78 años y en 2015, si el mundo sigue en pie, será elegido para un quinto período consecutivo. ¿Corrupción? Michael García, el ex oficial de Interpol a quien le paga para que lo investigue, sólo ratificó al Congreso que ya cerró su pesquisa sobre la polémica votación de Qatar 2022.
El resultado podrá conocerse cuando finalice el Mundial, aunque las fuentes anticipan que el emirato no perderá su Copa. ¿Para qué hablar de sobornos si Julio Grondona, presidente de la Comisión de Finanzas, anunció reservas récord de 1432 millones de dólares? ¿Para qué recordar a la casi media docena de miembros del Comité Ejecutivo echados por corrupción si el superávit de 2013 fue de 72 millones y los ingresos 2015-18 subirán a los 5000 millones? ¿Si multiplicar por veinte las finanzas en los últimos veinte años permite entregar un bono-subsidio de 750.000 dólares a las 209 Federaciones? En 1998, cuando Blatter asumió en la FIFA, según escribió el periodista Andrew Jennings, circularon sobres en algunas habitaciones la noche previa a la votación de París. Ya ni siquiera eso hace falta.
Al reducido bloque europeo anti-Blatter (acordó un pacto de no agresión para no agravar un Mundial ya muy deteriorado) ni siquiera le bastó la jugada de los patrocinadores (Adidas, Sony, Visa y Budweiser; Emirates y otros, no) que el martes, por primera vez, pidieron cuentas más claras a la FIFA. Ayer, un puñado de dirigentes europeos pidieron el fin de la era Blatter. Pero ayer, en el Congreso, apenas el alemán Theo Zwanziger mencionó la palabra "transparencia".
El resto fue una fiesta de la democracia en versión FIFA: apoyo al reclamo palestino y al fútbol femenino, lucha contra el racismo y la compra de partidos y homenaje a la decana Federación de Escocia. "Nadie cambia al presidente cuando tenemos una FIFA victoriosa que llega a los países chicos y que es un ejemplo hasta para las Naciones Unidas", clamó Luis Hernández, presidente de la Federación de Cuba, seguido de una ovación. Se había caído el sistema de voto en el Transamérica Expo Center. No hubiese hecho falta.
"Mi mandato termina en 2015", cierra Blatter. Un periodista, con poca experiencia en FIFA, deja sus quejas porque no hay Internet y grita "se va". "Pero mi misión no -sigue Blatter- y si ustedes me votan, vuelvo a acompañarlos". El capitán Spock, posible rival en la futura Liga interplanetaria, apoyado por los poderosos Marte y Júpiter, buscará frenarlo. Pero Blatter le ganará postulando al modesto Kaptein para 2026. Y, aun así, su misión jamás habrá terminado.
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