El emblemático estadio londinense será el escenario de la final de la Champions League. Fue fundado en 1923, derribado en 2002 y reinaugurado en 2007. Su versión actual costó casi 1.100 millones de euros y ya es el estadio con más baños del mundo.
En cada rincón catalán se escucha estos días una palabra de siete letras en inglés mucho más que cualquier otra en cualquier idioma. «Wembley», dicen, dicen y dicen. La palabra se reproduce en las portadas de periódicos y revistas, en la radio y en los canales de televisión. Aunque no figura en ninguno de los diccionarios, ese nombre propio ya forma parte del día a día en Barcelona.
Sucede que allí, en ese estadio de leyendas y mitologías, el Barcelona jugará la final de la Champions ante el Manchester United. No es un partido más: es el más importante del año a nivel de clubes; y allí se verán las caras el campeón de España y el campeón de Inglaterra.
No es un estadio más: allí, en 1992, el Barcelona ganó su primer título de la Copa de Europa ante la Sampdoria, en el último tramo de la prórroga; allí también, en 1968, el Manchester United resucitó su gloria una década después de la Tragedia de Munich.
Escribe el periodista Roberto Rodríguez, en el diario La Vanguardia: «Hay estadios de fútbol donde se respira historia, donde asistir a un partido en sí mismo es una experiencia inolvidable, aunque el espectáculo no sea lo más importante.
Este sentimiento es fruto de la tradición, de las leyendas que se han escrito a lo largo de los años sobre un césped bendecido por numerosas estrellas. Uno de esos campos es sin duda Wembley".
El estadio de Wembley tiene magia y misterios. Antes, ahora, siempre. Un arquero puede transformarse para siempre en León, como el argentino Miguel Rugilo; otro puede convertirse en Escorpión, como el colombiano René Higuita; un delantero como el inglés Geoffrey Hurst puede hacer lo que nadie ha hecho nunca: tres goles en la final de un Mundial; la duda sobre un gol puede nacer en su suelo y puede durar para siempre, como aquel grito de victoria de Inglaterra en la final del Mundial de 1966; y un centrocampista, como el argentino Antonio Rattín, puede animarse a desafiar a todo un Imperio sentándose en la alfombra para la Reina.
Wembley fue fundado en 1923, demolido en 2002 y reabierto en 2007. En su dilatada historia ha albergado todas las grandes competiciones. Entre ellos, los Juegos Olímpicos de 1948; el Mundial de 1966 y la Eurocopa de 1996. Ahora se permitirá otro lujo: albergar el mejor partido que el mundo del fútbol puede ofrecer a nivel de clubes.
Y ya se está preparando, por supuesto, para los Juegos Olímpicos de 2012. La UEFA lo califica inevitablemente con la calificación más alta posible: cinco estrellas. La modernísima construcción actual tiene capacidad para 90.000 espectadores y costó cerca de 1.100 millones de euros. Una curiosidad que también habla de sus comodidades: es el estadio con más baños del mundo.
Imágenes fuente: Estadio de Wembley.
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