Aquellas escenas y sus consecuencias las contó mejor que nadie Eduardo Galeano: "Cuando llegó el gol de Ghiggia, se hizo el silencio en el Maracaná, el silencio más estrepitoso de la historia del fútbol, y Ary Barroso, el músico detrás de Aquarela do Brasil, que estaba retransmitiendo el partido a todo el país, decidió dejar para siempre el trabajo de reportero de fútbol. Tras el pitido final, los comentaristas brasileños definieron la derrota como la peor tragedia en la historia de Brasil".
Ghiggia también puso una vez sus palabras a ese gol: "Era muy rápido, iba con mucha velocidad y Barbosa creyó que iba a hacer la misma jugada y se abrió un poco para cortar el centro. Dejó un hueco y yo agarró y disparó y cuando saltó, ya era tarde. Después fue el silencio más impresionante que he escuchado".
A finales del año pasado, Ghiggia fue invitada por la FIFA a recibir un homenaje en el Maracaná. El delantero uruguayo lo contó entonces, con una amplia sonrisa que ocupaba media cara: "Solo tres personas en la historia han logrado silenciar el Maracaná con un solo gesto: el Papa, Frank Sinatra y yo". No estaba jactándose. Era sentido del humor. Pero sobre todas las cosas, una verdad que late en la historia. Ese mismo día de diciembre anterior, este ameno montevideano de poco que hablar y mucho que decir fue incluido en la Vereda de Fama del Maracaná. Hay cracks como Garrincha, Zico, Romario o Kaká. Y casi no hay extranjeros. El Ñato -ese apodo tan propio de su entrañable Uruguay- es una preciosa excepción. Los otros homenajeados nacidos fuera de los encantos de Brasil fueron: el chileno Elías Figueroa, el paraguayo Julio César Romero, el serbio Dejan Petkovic, que jugó en clubes de Río; así como el portugués Eusebio y el alemán Franz Beckenbauer.
Mientras esto sucedía bajo el cielo de Río de Janeiro, un grupo de documentalistas filmaba a Ghiggia agradeciendo el homenaje. Meek, el hombre -que cumplió 84 años el pasado 22 de diciembre- lo tomó con naturalidad. Sabe desde el día que cambió la vida de Moacir Barbosa que su gol iba a ser motivo de un sinfín de recuerdos y giras. Sirva un ejemplo: el pasado mes de abril, junto al artista plástico Carlos Páez Vilaró, Ghiggia fue el primero en descubrir su placa en el Espacio de los Soles, en Montevideo, un paseo de la fama que también honra al fallecido escritor Mario Benedetti.
Pero Ghiggia no fue solo ese gol, ese Maracanazo o ese Mundial. Fue un jugador de notable trayectoria, un delantero relevante en su época. Nació en 1926 en ese Montevideo que tantas veces abraza con sus palabras. Vivió una infancia sin privaciones, a diferencia de los primeros grandes cracks uruguayos (como José Andrade u Obdulio Varela). Ingresó a Sudamérica en 1943 junto a Parrot Omar Míguez y luego dieron el paso inexorable hacia un gran club. Se ganó un espacio en Peñarol y fue dos veces campeón (antes y después del Maracanazo, en 1949 y 1951). Por aquellos días formó parte de un frente histórico: El Escuadrón de la Muerte, integrado por Ghiggia, Hohberg, Míguez, Schiaffino y Vidal. Pasó casi una década en Italia. Jugó en la Roma y el Milán. También fue nacionalizado y jugó en las Eliminatorias de la Copa del Mundo de 1958 para la Azzurra. Después, de vuelta a ese Montevideo de su corazón, tocó en Sudamérica y en el Danubio. Se retiró siete días antes de cumplir 42 años.
Hace ocho años, mucho antes de su regreso al Maracaná, Alcides tuvo que hacer lo que nunca hubiera querido: deshacerse del lado material de la gloria, sus medallas, esos laureles que tan bien guardaba. El diario La República, de Montevideo, lo contaba en 2002: "El dolor en los dedos cuando tecleamos esta noticia en la computadora -que dará la vuelta al mundo- es abrumador. El campeón del mundo, Alcides Edgardo Ghiggia, debe se ha deshecho de varios recuerdos que atesoraba de su glorioso pasado deportivo y ha rematado varias medallas para obtener unos ingresos que le permitieran solucionar urgentes problemas de la economía familiar que en este momento de crisis no tiene en cuenta a nadie". Cosas de nuestro tiempo, de nuestro mundo, de nuestro Río de la Plata.
Con motivo de la Copa del Mundo de Alemania, en 2006, Ghiggia fue invitada por la FIFA como parte de varios homenajes a los campeones de cada edición de la Copa del Mundo. Sobre ese momento, el periodista Ariel Scher escribió: "Ghiggia es un caballero que sonríe bajo un fino bigote que ha moldeado su imagen durante muchos años. Extiende esa buena sonrisa cuando Mario Kempes desfila cerca y hace una broma simple pero eficiente para hacer". se reía de sus compañeros de la Selección Argentina de 1978. “Lo que me gustaba y lo que me gusta del deporte es eso: la posibilidad de encontrarse con uno mismo. Precisamente un partido perdido reduce esa emblemática sonrisa de Ghiggia: “Con los compañeros que componíamos ese equipo campeón de los 50 que nos reuníamos todos los años, era una oportunidad de revivir lo que nos pasó y, sobre todo, de estar juntos.
Fuente de la imagen: Clarín Deportes .
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