Alf Ramsey fue el único entrenador que logró llevar a los inventores del fútbol al título mundial. En su país aún lo extrañan. Aunque para la Argentina estuvo ligado para siempre a un recuerdo muy desagradable.
Pronto aprendió una lección que puso en práctica de inmediato: nunca subestimes a nadie, a ningún rival, más allá de antecedentes o apariencias. En 1950, Alfred Ernest Ramsey tenía 30 años y una valiosa trayectoria en la máxima categoría del fútbol inglés. Los inventores seleccionados se presentaron por primera vez en una Copa del Mundo (había estado ausente por elección en 1930, 1934 y 1938) y fue uno de los defensores convocados para transformar las presunciones de superioridad en resultados positivos. El 29 de junio, los ingleses debían demostrar lo que creían: que eran los mejores del mundo. El debut ante Chile (2-0 en el Maracaná de Río de Janeiro) había estado a la altura de las expectativas. El siguiente paso se parecía mucho a un papeleo en su supuesto viaje creciente hacia el título. Enfrente, en el estadio Independencia de Belo Horizonte, estaba Estados Unidos que, más allá de algunos buenos consejos 20 años antes, poco parecía ofrecer. Y eso que en el debut había perdido contra España por 3-1. Nada era como decían las palabras anteriores. Todos los precedentes se arrodillaron ante la realidad: con el histórico gol de Josep Gaetjens, en el minuto 38, los estadounidenses se adelantaron y aguantaron con valentía. Ramsey -como todo integrante de aquel plantel dirigido por Walter Winterbottom- masticó la ira en un vestuario que aprendió que las presunciones no entran en el terreno de juego. Nadie podía creerlo. Luego, en el partido decisivo de la fase de grupos, ante España (aquella selección dirigida por Antonio Ramallets en la portería y Zarra como goleador), se constató que no sólo había sido un contratiempo. España se impuso 1-0 y dejó a Inglaterra fuera del Mundial de Brasil y desnuda ante su realidad: no eran los mejores. Y eso que en el debut había perdido contra España por 3-1. Nada era como decían las palabras anteriores. Todos los precedentes se arrodillaron ante la realidad: con el histórico gol de Josep Gaetjens, en el minuto 38, los estadounidenses se adelantaron y aguantaron con valentía. Ramsey -como todo integrante de aquel plantel dirigido por Walter Winterbottom- masticó la ira en un vestuario que aprendió que las presunciones no entran en el terreno de juego. Nadie podía creerlo. Luego, en el partido decisivo de la fase de grupos, ante España (aquella selección dirigida por Antonio Ramallets en la portería y Zarra como goleador), se constató que no sólo había sido un contratiempo. España se impuso 1-0 y dejó a Inglaterra fuera del Mundial de Brasil y desnuda ante su realidad: no eran los mejores. Y eso que en el debut había perdido contra España por 3-1. Nada era como decían las palabras anteriores. Todos los precedentes se arrodillaron ante la realidad: con el histórico gol de Josep Gaetjens, en el minuto 38, los estadounidenses se adelantaron y aguantaron con valentía. Ramsey -como todo integrante de aquel plantel dirigido por Walter Winterbottom- masticó la ira en un vestuario que aprendió que las presunciones no entran en el terreno de juego. Nadie podía creerlo. Luego, en el partido decisivo de la fase de grupos, ante España (aquella selección dirigida por Antonio Ramallets en la portería y Zarra como goleador), se constató que no sólo había sido un contratiempo. España se impuso 1-0 y dejó a Inglaterra fuera del Mundial de Brasil y desnuda ante su realidad: no eran los mejores. Todos los precedentes se arrodillaron ante la realidad: con el histórico gol de Josep Gaetjens, en el minuto 38, los estadounidenses se adelantaron y aguantaron con valentía. Ramsey -como todo integrante de aquel plantel dirigido por Walter Winterbottom- masticó la ira en un vestuario que aprendió que las presunciones no entran en el terreno de juego. Nadie podía creerlo. Luego, en el partido decisivo de la fase de grupos, ante España (aquella selección dirigida por Antonio Ramallets en la portería y Zarra como goleador), se constató que no sólo había sido un contratiempo. España se impuso 1-0 y dejó a Inglaterra fuera del Mundial de Brasil y desnuda ante su realidad: no eran los mejores. Todos los precedentes se arrodillaron ante la realidad: con el histórico gol de Josep Gaetjens, en el minuto 38, los estadounidenses se adelantaron y aguantaron con valentía. Ramsey -como todo integrante de aquel plantel dirigido por Walter Winterbottom- masticó la ira en un vestuario que aprendió que las presunciones no entran en el terreno de juego. Nadie podía creerlo. Luego, en el partido decisivo de la fase de grupos, ante España (aquella selección dirigida por Antonio Ramallets en la portería y Zarra como goleador), se constató que no sólo había sido un contratiempo. España se impuso 1-0 y dejó a Inglaterra fuera del Mundial de Brasil y desnuda ante su realidad: no eran los mejores. Ramsey -como todo integrante de aquel plantel dirigido por Walter Winterbottom- masticó la ira en un vestuario que aprendió que las presunciones no entran en el terreno de juego. Nadie podía creerlo. Luego, en el partido decisivo de la fase de grupos, ante España (aquella selección dirigida por Antonio Ramallets en la portería y Zarra como goleador), se constató que no sólo había sido un contratiempo. España se impuso 1-0 y dejó a Inglaterra fuera del Mundial de Brasil y desnuda ante su realidad: no eran los mejores. Ramsey -como todo integrante de aquel plantel dirigido por Walter Winterbottom- masticó la ira en un vestuario que aprendió que las presunciones no entran en el terreno de juego. Nadie podía creerlo. Luego, en el partido decisivo de la fase de grupos, ante España (aquella selección dirigida por Antonio Ramallets en la portería y Zarra como goleador), se constató que no sólo había sido un contratiempo. España se impuso 1-0 y dejó a Inglaterra fuera del Mundial de Brasil y desnuda ante su realidad: no eran los mejores.
Ese golpe marcó a Ramsey. Dos palabras, seis letras, un libro, una definición: "Sir Alf" es el nombre del texto que el escritor Leo McKinstry escribió sobre Ramsey. En este retrato queda clara la importancia de esa decepción para la construcción de un entrenador de éxito. Llegó a la selección inglesa por construir milagros en el Ipswich Town. Transformó a un pequeño equipo de Tercera División en campeones del fútbol inglés. En su primera temporada en la máxima categoría (la campaña 1961/62), los Tractor Boys ganaron el único título de Liga de su historia. Esa conquista configuró un asombro tan grande como el del Mundial bajo el cielo brasileño. El siguiente paso parecía inevitable: trasladar la impronta del Ipswich a la selección inglesa, que sería local en el próximo Mundial.
En sus días de futbolista, Ramsey había sido un defensa derecho impecable -“sin brillo, sin distracciones”, dicen diversas crónicas-, que defendió la camiseta inglesa en 32 ocasiones y jugó tres años en el Southampton y otros seis en el Tottenham Hotspur. Él era parco. Hablar poco. Pero le gustaba, buscaba el efecto cada vez que comunicaba, sobre todo ya en su etapa técnica. Y dejó huellas en el territorio de las palabras. "Seremos los campeones del mundo en tres años". dijo cuando asumió el cargo en 1963. Esa confianza se convirtió en una bandera. Antes ya había sido uno de los artífices de una frase que se convirtió en un lugar común en los tiempos modernos: "Nunca cambies un equipo ganador" (algo así como el tradicional "equipo que gana no toca"). También fue el impulsor de un concepto antipático:
El periodista Santi Plaza lo retrata en Notas de Fútbol: "Los métodos y el estilo de Ramsey reflejaban su pasado en el ejército. Desde el principio dejó claro que la disciplina debe ser la principal cualidad del seleccionado, dejándola en un segundo plano -aunque respetando – El habitual carácter del fútbol inglés de fuerza y resistencia. Introdujo una novedad táctica: ante el 4-2-4 imperante, impuso el sistema 4-3-3, denominado 'The Wingless Wonders' (las maravillas sin alas). importancia para el centro del campo y los jugadores eran completamente complementarios: el apoyo entre los jugadores era fundamental para que el sistema funcionara".
La FIFA, que lo ubica en su Salón de la Fama, relata en su descripción: "El 'General' tenía un cerebro astuto para el fútbol, era flexible con su táctica, pero estricto con la disciplina, y como entrenador estaba muy por delante de sus tiempo. Pero quizás su mayor talento fue su capacidad para sacar lo mejor de sus jugadores en el campo". El hombre nacido en el invierno inglés de 1920 depositó su confianza en su liderazgo y no lo soltó fácilmente. Asumió los errores en las derrotas y dejó el centro de la escena a su dirección en las victorias. Ese fue su mecanismo para obtener la mejor versión de los futbolistas a su cargo: ofrecerles el protagonismo.
El crack Bobby Charlton, uno de los grandes referentes en la historia del fútbol inglés e integrante de la plantilla que se consolidó en el Mundial de 1966, contó sobre Ramsey: "Creo que la disciplina lo era todo para él. No tenía problema en criticarte". frente al resto del equipo. Si pronunciaba un discurso después de que uno de nosotros concediera un gol, lo avergonzaría sin piedad frente al resto del equipo para que todos supiéramos qué esperar si no hacíamos lo que él quería." Dirigió con el ejemplo. Era metódico, intenso, directo. Procuró estar en cada detalle que permitiera sacar ventaja sobre el rival u ocultar algún defecto de su equipo. Nobby Stiles -uno de sus jugadores favoritos, al que apoyó hasta en los peores momentos de las reiteradas críticas- lo retrató desde lo personal: "Como nos fue fiel, estábamos dispuestos a atravesar paredes por él. Y no solo los jugadores. Todos los que trabajaron para el equipo de Inglaterra trabajaron para Alf. Antes del partido contra Argentina, estaba en el baño poniéndome los lentes de contacto cuando entró Harold Shepherdson (asistente de Ramsey). Me agarró del cuello, me empujó contra la pared y me dijo: 'No defraudes a Alf'. .'” Ramsey no permitía la deslealtad. Entendió que ese era el peor veneno para construir un grupo. Los perdoné. Ramsey no permitía la deslealtad. Entendió que ese era el peor veneno para construir un grupo. Los perdoné. Ramsey no permitía la deslealtad. Entendió que ese era el peor veneno para construir un grupo. Los perdoné.
Ramsey dirigió a la selección inglesa entre 1963 y 1974. En esos once años construyó el ciclo más exitoso de Los Inventores. Fueron 113 partidos (69 victorias, 27 empates y 17 derrotas), el único título del mundo y la mejor participación en una Eurocopa (fue tercero en la edición de 1968). Lo que continuó su ciclo fue una sucesión de tropiezos para el fútbol inglés: solo una vez llegó a las semifinales de la Copa del Mundo (en Italia 1990, con Bobby Robson como entrenador) y otra vez llegó a las semifinales del campeonato europeo de selecciones (como locales, en 1996). En los últimos tiempos, con El General solo en el recuerdo (falleció en 1999, a los 79 años), la Asociación de Fútbol rompió el protocolo y contrató a extranjeros: primero al sueco Sven Goran Eriksson; luego al actual entrenador, el italiano Fabio Capello. Los resultados no cambiaron. Las más altas expectativas aún chocan con la realidad. Por eso, todavía extrañan a Sir Alf.
Fuente de la imagen: FIFA .
Espero que esta publicación te haya gustado. Si tienes alguna duda, consulta o quieras complementar este post, no dudes en escribir en la zona de comentarios. También puedes visitar Facebook, Twitter, Google +, Linkedin, Instagram, Pinterest e Feedly donde encontrarás información complementaria a este blog. COMPARTILA EN!
0 commentarios:
Publicar un comentario
No insertar enlaces clicables, de lo contrario, se eliminará el comentario. Marca la casilla Notificarme si deseas ser notificado por correo electrónico de los nuevos comentarios. Si te ayudé con la publicación o con las respuestas a los comentarios, compártelo en Facebook, Instagram o Twitter. Gracias.