Mario no era aún el Vargas Llosa del mundo ni del Nobel. Tenía esas edades que se llaman niñez y nadaba mucho mejor que varios de sus compañeros de colegio. Era un freestyler de larga distancia que competía en torneos para estudiantes en Cochabamba, Bolivia, donde su abuelo era cónsul honorario. Destacó, dijo una vez y dicen quienes lo conocen desde aquellos días. Pero a él, un joven de letras en ascenso, le gustaba el fútbol. Jugaba de mediocentro, como Redondo, como Xavi, como Chemo Del Solar. Una especie de estratega obstinado con sueños de crack. No prosperó. A beneficio de las letras y de su amada Universitaria.
A Vargas Llosa -nacido en Arequipa en 1936- siempre le gustó el fútbol. Y nunca subestimó el alcance y las particularidades de ese mundo único y sus periferias. Relató una vez, sin querer exagerar, convencido: “El fútbol es un fenómeno contemporáneo elevado a la categoría de religión laica, la más practicada de nuestro tiempo”.
En el diario ABC se retrató hace un par de años el inicio del vínculo del escritor con el fútbol: "Desde la puerta de la luna de las mil noches y una noche, el rey Sahrigar Mario Vargas Llosa mira, con amor, a la avenida aquella tarde en que su tío lo llevó a ver a la "U" (Universitario de Deportes) al Estadio Nacional de Lima. Corría el año 1946. Desde entonces el sublime escritor ha sido siempre hincha de la "U", y incluso se puso su chaqueta beige gracias a una leyenda peruana, Alberto Toto Terry, que vivía en el mismo barrio que él". El propio escritor confesó en su obra 'El Pez en el agua' ese momento fundacional. De ese vínculo con Universitario, “lo único innegociable”, como alguna vez comentó entre sonrisas.
A Vargas Llosa le gustaba y le gusta tanto el fútbol que con motivo de su luna de miel en Río de Janeiro se dio un capricho en diferido: fue al Maracaná a ver uno de los grandes partidos que ofrece el mundo: el Brasil-Alemania. Le costó conseguir entradas y también convencer a su mujer, tan ajena a ese deporte que tanto conmueve al escritor peruano. Ese día jugó Pelé, el futbolista favorito del actual Premio Nobel de Literatura. ¿Y Maradona? Respondió en un par de entrevistas al respecto: "Hay dos Maradonas. El de la cancha, que es prodigioso -después de Pelé creo que fue la gran figura mítica del fútbol-, y a la vez está ese aspecto trágico". : un hombre que no soportó la popularidad, y que hizo de su vida algo tan trágico, lamentable... Un contraste terrible, que demuestra que Camus' Es cierto el famoso dicho: un hombre de genio en una determinada actividad puede ser un hombre completamente insignificante y un pobre insignificante en otra. Creo que el contraste de Maradona lo convierte en un personaje trágico".
Su afinidad y cercanía con el fútbol la explicaba el propio Vargas Llosa desde la perspectiva de un notable brasileño: "Roberto Matta, un sociólogo brasileño, escribió que la inmensa popularidad del fútbol se debe a que en el campo vive algo así como la sociedad perfecta: la igualdad absoluta, equidad, libertad dentro de ciertas reglas, no hay favoritismos, cada uno vale su talento, sus méritos, y eso da una idea de una sociedad perfectamente organizada, en la que el individuo es bastante libre, pero forma parte del tejido social. la idea es muy bonita".
Miembro de honor de Universitario de Lima y admirador de Cienciano en 2003 y 2004 que fue campeón de la Copa Sudamericana y de la Recopa, el autor de 'La fiesta del Chivo' participa como presidente de la Cátedra Real Madrid, de la que trata de expresar la forma en que el deporte -especialmente el fútbol- influye directamente en el comportamiento de la sociedad. Al respecto, en su ensayo 'Los once titulares', define lo que representa el fútbol para la sociedad y allí destaca la necesidad de ídolos que tiene la gente y que puede encontrar en el fútbol. Comentó al diario El Comercio, de Perú: “El culto al as del fútbol dura mientras con él se desvanece su talento futbolístico. Es efímero, porque las estrellas del fútbol pronto arden en el fuego verde de los estadios y los cultistas de este la religión es implacable:
La semana pasada recibió el premio más alto posible para un escritor. La Academia Sueca, encargada de elegir al ganador de este galardón, apuntó a la “cartografía de los escritos del poder y las imágenes aceradas de resistencia, rebelión y derrota del individuo”, como los argumentos más importantes para otorgar el reconocimiento al autor. de 'Los Cachorros'. No se refirieron en ningún apartado a ese flanco inaugural que también lo había impulsado. Esa otra pasión, el fútbol.
Fuente Imágenes: El Comercio .
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