El estadounidense Christian Taylor salió airoso del combate a muerte que sostuvo con el cubano Pedro Pablo Pichardo en la final de triple y recuperó, cuatro años después, su cetro mundial con la segunda mejor marca de todos los tiempos: 18,21, a sólo ocho centímetros del récord mundial.
Pichardo, que tenía la última palabra en la sexta y última ronda, logró su mejor registro del concurso con ese postrer esfuerzo, pero se quedó lejos de la marca estratosférica de Taylor: 17,73.
Alejado de la zona de estrés, el portugués Nelson Evora, campeón olímpico hace siete años en este mismo estadio, se alzó con la medalla de bronce gracias a su último salto, de 17,52 metros.
El atletismo cubano tenía en Pekín una buena oportunidad de recuperar el título veintiocho años después de que Yoelbi Quesada venciera en Atenas'97 con 17,85 y Aliecer Urrutia se llevara el bronce con 17,64, emparedando entre los dos al plusmarquista mundial, Jonathan Edwards, plata con 17,69.
La rivalidad entre Pedro Pablo Pichardo y Christian Taylor durante toda la temporada ha revitalizado la prueba. Los dos se han incorporado al club de los 18 metros y sólo dos centímetros los separan en el ránking, encabezado por el cubano con 18,08.
Pichardo empezó dominando con un primer salto de 17,52, por delante de Nelson Evora (17,28), que se convirtió aquí en el primer campeón olímpico portugués de la historia.
Taylor se situó segundo con su segundo brinco, de 17,49, marca que estimuló a Pichardo (17,60 en el tercero) y este, a su vez, al norteamericano, que saltó exactamente lo mismo, dos turnos después. El mano a mano entre los dos mejores del mundo duraría ya hasta el final.
En la cuarta Taylor deshizo el empate con un vuelo de 17,68 al que no pudo replicar el cubano (17,33). Ninguno de los dos mejoró en la penúltima ronda (Taylor 17,22, Pichardo 17,52). El último salto se presentaba lleno de tensión, pero Taylor supo contenerla para descolgarse con la segunda mejor marca de todos los tiempos (18,21), a sólo 8 centímetros del récord mundial del británico Jonathan Edwards.
Pichardo tenía la última palabra, pero no pasó de 17,73, resignado al segundo puesto. El 15 de mayo pasado, tuvo una brillante apertura de temporada en Doha con 18,06, tercera mejor marca de todos los tiempos que trece días después todavía mejoró en dos centímetros en el estadio Panamericano de La Habana.
Pero avanzada la campaña Taylor se fue haciendo con los galones. El campeón olímpico, que había saltado 18,04 en Doha, también mejoró dos centímetros, y además batiendo al cubano el 9 de julio en Lausana (Suiza).
El actual récord del mundo, en poder del británico Jonathan Edwards con 18,29 metros, se produjo precisamente en el marco de unos campeonatos del mundo, los de Gotemburgo 1995.
Pichardo, que tenía la última palabra en la sexta y última ronda, logró su mejor registro del concurso con ese postrer esfuerzo, pero se quedó lejos de la marca estratosférica de Taylor: 17,73.
Alejado de la zona de estrés, el portugués Nelson Evora, campeón olímpico hace siete años en este mismo estadio, se alzó con la medalla de bronce gracias a su último salto, de 17,52 metros.
El atletismo cubano tenía en Pekín una buena oportunidad de recuperar el título veintiocho años después de que Yoelbi Quesada venciera en Atenas'97 con 17,85 y Aliecer Urrutia se llevara el bronce con 17,64, emparedando entre los dos al plusmarquista mundial, Jonathan Edwards, plata con 17,69.
La rivalidad entre Pedro Pablo Pichardo y Christian Taylor durante toda la temporada ha revitalizado la prueba. Los dos se han incorporado al club de los 18 metros y sólo dos centímetros los separan en el ránking, encabezado por el cubano con 18,08.
Pichardo empezó dominando con un primer salto de 17,52, por delante de Nelson Evora (17,28), que se convirtió aquí en el primer campeón olímpico portugués de la historia.
Taylor se situó segundo con su segundo brinco, de 17,49, marca que estimuló a Pichardo (17,60 en el tercero) y este, a su vez, al norteamericano, que saltó exactamente lo mismo, dos turnos después. El mano a mano entre los dos mejores del mundo duraría ya hasta el final.
En la cuarta Taylor deshizo el empate con un vuelo de 17,68 al que no pudo replicar el cubano (17,33). Ninguno de los dos mejoró en la penúltima ronda (Taylor 17,22, Pichardo 17,52). El último salto se presentaba lleno de tensión, pero Taylor supo contenerla para descolgarse con la segunda mejor marca de todos los tiempos (18,21), a sólo 8 centímetros del récord mundial del británico Jonathan Edwards.
Pichardo tenía la última palabra, pero no pasó de 17,73, resignado al segundo puesto. El 15 de mayo pasado, tuvo una brillante apertura de temporada en Doha con 18,06, tercera mejor marca de todos los tiempos que trece días después todavía mejoró en dos centímetros en el estadio Panamericano de La Habana.
Pero avanzada la campaña Taylor se fue haciendo con los galones. El campeón olímpico, que había saltado 18,04 en Doha, también mejoró dos centímetros, y además batiendo al cubano el 9 de julio en Lausana (Suiza).
El actual récord del mundo, en poder del británico Jonathan Edwards con 18,29 metros, se produjo precisamente en el marco de unos campeonatos del mundo, los de Gotemburgo 1995.
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