India no participó del Mundial de 1950 porque sus jugadores se negaron a usar calzado para jugar. Después tuvo su revancha, ya con botines, con una actuación inolvidable en Melbourne 56.
Los descalzos. India fue semifinalista en los Juegos Olímpicos de 1956.
Lionel Messi gambetea rivales a velocidad supersónica con botines que brillan y que asombran. El mérito es todo del crack rosarino. Pero las marcas que le pagan cifras millonarias saben que cualquier calzado en sus pies resulta una garantía de éxito en el mercado. Algo parecido sucede con la otra figura mediática del fútbol de este tiempo, el portugués Cristiano Ronaldo.
También con el inglés David Beckham, quien juega en la periférica Major League Soccer pero recibe más dinero en publicidad que cualquier otro futbolista. Es imagen también de este fútbol que excede desde hace décadas el terreno de juego y los 90 minutos que dura el partido. En días recientes, Xabi Alonso -mediocampista del Real Madrid y del seleccionado español- viajó a Yakarta, la capital de Indonesia, en una gira promocional para una empresa. Corroboró el carácter universal del fútbol entre el griterío, los pedidos de autógrafos y la gente que conocía detalles insólitos. Sintió en el sudeste de Asia la misma devoción que en cualquiera de las consagraciones que vivió en La Cibeles. Su calzado también brillaba. Son estos tiempos en los que las marcas multinacionales se juegan la final del mundo cada semana. Pero no siempre fue así.
Neville Stephen D'Souza, representante olímpico de la India en 1956, prefería jugar descalzo al fútbol. Así había crecido y así se había acostumbrado. También conocía la historia, ahora mítica, que parece inversosímil con los ojos de los que nacieron mirando a Messi: el seleccionado de su país no concurrió al Mundial de Brasil, en 1950, a consecuencia de que a sus futbolistas no les permitían jugar descalzos o apenas vendados en el territorio sudamericano. India se había clasificado un poco por azar y otro tanto por las deserciones ajenas. Para participar de las Eliminatorias se habían anotado apenas dos seleccionados, el de India y el de Birmania (hoy Myanmar), que antes del enfrentamiento decisivo renunció. Con el entusiasmo de su primera participación garantizada, los indios hicieron un pedido, con naturalidad: querían ser fieles a su costumbre de jugar descalzos. La FIFA, entre asombros, respondió con su lógica: imposible. Entonces, India desestimó la posibilidad de ir a la Copa del Mundo. Desde entonces, el segundo país más poblado del mundo (con 1.150.000.000 millones de habitantes) jamás se clasificó ni estuvo cerca de disputar la máxima cita.
India ya se había asomado al fútbol del mundo a través de los Juegos Olímpicos. Cuenta el periodista Eduardo Cantaro -autor del libro "Cien años de fútbol olímpico"- en su blog "Algo de fútbol de allá y acá": "India ya había participado de un torneo importante dos años antes de la Copa Mundial. En los Juegos Olímpicos de Londres 1948 los indios se enfrentaron a Francia. El partido fue muy emotivo y la mayoría de los jugadores asiáticos se paraban en la cancha sin botines. Sólo una fuerte venda cubría los tobillos, plantas y empeines de los pies de los jugadores. Claro que algunos jugaban calzados. Si bien Francia no tenía un gran seleccionado, la idea del juego de los franceses se mantenía y abrieron el marcador a los 30 minutos de la primera etapa por intermedio de René Courbin. Faltando 20 minutos para el final del encuentro llegó el empate de India y cuando parecía que todo quedaba en tablas, René Persillion convirtió el segundo tanto para los franceses. Y fue alivio para el seleccionado galo, porque había sido superado en el juego por el combinado asiático, que por falta de roce, suerte o exceso de ingenuidad, se perdió goles hechos. Inclusive erraron dos penales". Aquello fue un anticipo: India no estaba lejos del nivel de los seleccionados que participaron del Mundial que terminó en Maracanazo.
Eran días de protagonismo a nivel regional.
Tras la ausencia de Los Descalzos en Brasil, llegó un éxito: en 1951, India ganó los Juegos de Asia. Cinco años más tarde, regresó a su lugar favorito: los Juegos Olímpicos. Y hubo asombro: en Melbourne, India finalizó en el cuarto lugar. Debutó el primero de diciembre en el Olympic Park frente al seleccionado local, que venía de vencer por 2-0 a Japón. Era, a simple vista, una cita con la derrota y con el regreso a casa. Pero no, nada de eso. El partido más memorable para los indios aconteció entonces: Neville D'Souza apareció en su mejor versión, hizo tres goles e India le ganó 4-2 a Australia.
Era el tiempo de las semifinales. Enfrente aparecía un rival imposible: Yugoslavia, que había vencido la semana anterior por 9-1 a los Estados Unidos. Con tres días más de descanso los europeos se impusieron a los titánicos indios en el segundo tiempo. Fue un 4-1, tras el 0-0 de la etapa inicial y otro gol de D'Souza al inicio del complemento. En el encuentro decisivo por la medalla de bronce, apareció enfrente otro equipo de aquellos que crecían detrás de la Cortina de Hierro, Bulgaria. Fue un 3-0 que dejó sin podio a Los Descalzos que esta vez se pusieron botines. Pero la gloria de aquella participación todavía habita la memoria del deporte de este país, en el que el fútbol suele quedarse a la sombra del cricket y del hockey sobre césped.
Desde aquel recorrido olímpico que terminó sin medallas pero con un recibimiento multitudinario, India no apareció en el ámbito internacional. Con pequeñas excepciones regionales o continentales, en tiempos ya lejanos: en 1962, volvió a ser campeón en los Juegos de Asia y en 1964 resultó segundo en la Copa de Asia. En las actuales Eliminatorias para Brasil 2014, disputó apenas dos encuentros, correspondientes a la segunda fase de la zona de Asia: lo eliminó Emiratos Arabes Unidos. En el primer encuentro perdió 3-0, como visitante en Al Ain. En el partido de vuelta, hubo un empate 2-2, en el estadio Ambedkar de Nueva Delhi. El seleccionado no gana un partido de las Eliminatorias desde hace ocho años. La última victoria sucedió frente a Singapur (1-0, como local) durante el camino previo a Alemania 2006. En la actualidad, los Bhangra Boys se ubican en el puesto 163 del ranking de la FIFA, justo detrás de Afganistán.
De todos modos, la pasión por el fútbol crece, incluso al margen de los resultados adversos. Lo retrató el año pasado el periodista Daniel Avellaneda, en ocasión de la visita del seleccionado argentino a Calcuta: "La madrugada sacude con un calor inverosímil. Son las cuatro y media de la mañana del miércoles en este rincón de Asia, el anochecer del martes en Argentina. Dos mil personas generan una explosión de pasión. En el aeropuerto Netaji Subhash Chandra Bose, una enorme bandera argentina se despliega como si el espigón internacional fuera el Monumental en tiempos de Eliminatorias. Afuera, un montón de gente grita por ese ídolo argentino a quien aguardaron con total ansiedad. Hay posters con su cara y hasta poemas. 'Messi, Messi', corean unos y otros". Ellos, los herederos de la leyenda de los descalzos, ahora se muestran felices aplaudiendo al Messi de los botines brillantes.
fuente: Clarín
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