Esta historia trata sobre el hombre que en su momento fue considerado el primer jugador de fútbol playboy (en el sentido literal de la palabra) de América Latina.
La idea de vincular a un deportista, pero sobre todo a un futbolista, al mundo del espectáculo, a las vedettes, a los cantantes y a la jet-set en general, es relativamente reciente.
Hoy les voy a contar la historia, que no es excéntrica pero sí interesante porque estamos hablando de los años 40.
Abogado, millonario, mujeriego y propenso a los excesos, el brasileño Heleno de Freitas fue una de las grandes estrellas de los años cuarenta.
Ídolo indiscutible en Botafogo y Junior de Barranquilla, también tuvo un breve paso por Boca.
El final de su vida fue corolario de todos sus excesos: una neurosífilis lo mató a los 39 años.
Con el paso de los años algunos lo compararon con el mismo Pelé.
Heleno de Freitas, o simplemente Heleno como lo conocía el torcida brasileño, era capaz de cualquier cosa. Al día siguiente de una noche con todos los excesos pudo marcar goles y crear las mejores jugadas. Fumaba mucho, tenía problemas con las drogas, era capaz de perder en una noche de casino cuatro sueldos juntos. No tenía límites. Ni en su vida deportiva, ni en su vida privada. Mujeriego y alcohólico; abogado y políglota. Irreverente y pendenciero. En la vida y en la cancha.
Pero también fue capaz de frecuentar y leer a los intelectuales de la época. Un caso verdaderamente atípico. Era el prototipo de la bohemia. Despreciaba las reglas y las técnicas. En él todo era creación, intuición. A velocidad supersónica. Todo en una sola persona.
Fue, sí, un campeón sin títulos, pero -al mismo tiempo- por ironía del destino uno de los cracks más asombrosos de la historia.
El escritor Antonio Falcao contó una vez una anécdota: "Prancha -un poco entrenador, un poco filósofo- cautivó de una manera novedosa a las jóvenes promesas: le tiraba una fruta a cada niño, miraba cómo la atrapaba y determinaba si Heleno de Freitas, un mineiro de 12 años, se acomodó la naranja en el muslo, se la dejó caer sobre el pie, hizo malabares, se la llevó a la cabeza, se la llevó de vuelta al pie, atravesando un comprobación de pistas".
El
propio Eduardo Galeano lo contó en pocas palabras: "Tenía sello de
gitano, cara de Rodolfo Valentino y humor de perro rabioso. En el campo
brillaba".
Incluso su origen era diferente. No procedía de las escuálidas favelas de los suburbios de Río de Janeiro. Provenía de una familia rica y distinguida.
Estaba casado con la hija de un diplomático y tenía un hijo, Luiz Eduardo. Y mil aventuras extramatrimoniales. También se reportaron mil aventuras extramatrimoniales.
En Barranquilla fue el primer gran ídolo deportivo que tuvo la ciudad. El primer futbolista al que se le perdonó hasta los malos partidos y los excesos en su vida privada.
En Argentina jugó poco y no tan bien. Jugó en Boca 17 partidos y marcó 7 goles. Nunca logró adaptarse al nuevo entorno.
Dicen algunos que, como siempre jugaba con el pelo siempre en el pelo siempre en su lugar y muy aseado, los hinchas de Boca no lo soportaban y le gritaban: "Vamos, Heleno, asiente con la cabeza, no te vas a sacar la tuya". pelo fuera de tu pelo".
Decían que había perdido el glamour y la belleza.
Vivió como quiso y como pudo. Pagó su exceso con intereses y recargos. Le detectaron neurosífilis y lo internaron en un asilo en Barbacena, en Minas Gerais. La muerte lo encontró rápidamente. Él estaba solo. A la edad de 39 años, en noviembre de 1959, murió.
Fuente: https://sereyfootball.com/authors/hubeyma/z9qwtuc9-dhakksl84-618ol8te7h
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