En el año 2010, el ruso Dmitry Rybolovlev (Perm, 1966) vendió su paquete de acciones de la fertilizadora Uralkali, el negocio de su vida, por 6.5 billones de dólares. Hijo de médicos y cardiólogo de profesión, entendió como ninguno el aperturismo económico de la URSS.
En la zona de los Urales, pocos fueron capaces de alcanzar su éxito en los negocios.
Hoy, veintiún años después de la fundación de su primera empresa inversora, ocupa la posición 119 en la Lista Forbes -su fortuna asciende a los 7000 millones de euros- y entre sus propiedades se encuentran una mansión de 100 millones de dólares en Palm Springs y un equipo de fútbol. Y es que para Rybolovlev, el deporte rey es más que una "pasión".
A finales del 2011 y tras un largo proceso de diálogo con el Príncipe Alberto, se hizo con el 66% de las acciones del AS Monaco, el otrora exitoso club del Principado, a cambio de 100 millones de euros. Y es que para tener éxito en Montecarlo hay que contar con dos condiciones: dinero por castigo y la aprobación del soberano, el primer seguidor del club de la ciudad. Por suerte para Rybolovlev, él cuenta con ambas.
Filántropo y amante del arte de los siglos XIX y XX (cuenta con una amplia colección de obras pictóricas de Van Gogh, Monet o Picasso), el magnate ruso es un 'rico' emergente. Ciudadano de Montecarlo, veía al club como uno de los símbolos deportivos de la ciudad, por lo que no quiso dejarlo morir. Rybolovlev se hizo con un club en la Ligue 2, se situó como presidente del consejo y se puso manos a la obra. El club, con grandes problemas institucionales y en claro riesgo de perder otra categoría, encontró a su salvador, que siempre contó con el apoyo del soberano. Alberto confiaba en el proyecto.
"El acuerdo abre una nueva página en la historia de este club, tan ligado y querido en el Principado", aseguró Alberto de Monaco. El equipo rojiblanco alcanzó grandes éxitos en los últimos años de la década de los 80, con Arsene Wénger en el banquillo, pero desde el año 2000 no sabe lo que es ganar un título. La final de la Champions de 2003 (con Morientes como estrella) es su gran hito. Desde entonces, el club perdió 'glamour'.
Todo amante del deporte está más familiarizado con 'La Rascasse' que con el estadio Louis II. De no ser por la Supercopa de Europa, poca gente conocería el nombre del pequeño campo en el que el Monaco juega sus partidos. De aspecto fantasmagórico, las gradas sólo se llenan en ocasiones especiales, en partidos diferentes, relevantes y atractivos. Porque así se mueve esta sociedad, más apegada a los eventos que a la identificación con una idea.
Rybolovlev, exitoso gestor de empresas privadas, sabe que la recuperación del prestigio del Monaco pasa por convertir el Louis II en un 'teatro' importante en la agenda de la pequeña ciudad. Con esa política, y el apoyo que da el poder del dinero, quiere atraer a muchas de las principales estrellas del fútbol mundial. La primera gran pieza llegó esta semana: el colombiano Falcao. Su fichaje, más allá de lo futbolístico, tiene un claro objetivo estratégico: ejercer de imán para otros jugadores de alto nivel.
Una plantilla a golpe de talonario.
La locura comenzó con la incorporación de las dos grandes estrellas del Oporto de Vítor Pereira: James Rodríguez y Joao Moutinho recalaron en el Principado a cambio de 70 millones de euros. Ambos estaban en la órbita de los grandes de Europa, pero ninguno llegó a las cifras de los monegascos. Ni siquiera el United, con el que el joven colombiano parecía tener un acuerdo. Carvalho, el tercero, refuerza la zaga.
Falcao ha sido el último fichaje, tan millonario como polémico. Sesenta millones y la posible inclusión de una cláusula especial que permitiría su fichaje por el Madrid en enero. Estratégico, sí, pues Valdés podría seguirle, ilusionado con un proyecto que puede cambiar el fútbol europeo. Y es que el Dorado no estaba en América, Rybolovlev lo ha creado en Monaco.
El diario francés L'Equipe ha publicado un posible once ideal del Monaco para la próxima temporada. Sería el siguiente: Valdés, Ivanovic, Carvalho, Raggi, Coentrao, Ndinga, Moutinho, James, Ferreira Carrasco, Falcao y Tévez.
En la zona de los Urales, pocos fueron capaces de alcanzar su éxito en los negocios.
Hoy, veintiún años después de la fundación de su primera empresa inversora, ocupa la posición 119 en la Lista Forbes -su fortuna asciende a los 7000 millones de euros- y entre sus propiedades se encuentran una mansión de 100 millones de dólares en Palm Springs y un equipo de fútbol. Y es que para Rybolovlev, el deporte rey es más que una "pasión".
A finales del 2011 y tras un largo proceso de diálogo con el Príncipe Alberto, se hizo con el 66% de las acciones del AS Monaco, el otrora exitoso club del Principado, a cambio de 100 millones de euros. Y es que para tener éxito en Montecarlo hay que contar con dos condiciones: dinero por castigo y la aprobación del soberano, el primer seguidor del club de la ciudad. Por suerte para Rybolovlev, él cuenta con ambas.
Filántropo y amante del arte de los siglos XIX y XX (cuenta con una amplia colección de obras pictóricas de Van Gogh, Monet o Picasso), el magnate ruso es un 'rico' emergente. Ciudadano de Montecarlo, veía al club como uno de los símbolos deportivos de la ciudad, por lo que no quiso dejarlo morir. Rybolovlev se hizo con un club en la Ligue 2, se situó como presidente del consejo y se puso manos a la obra. El club, con grandes problemas institucionales y en claro riesgo de perder otra categoría, encontró a su salvador, que siempre contó con el apoyo del soberano. Alberto confiaba en el proyecto.
"El acuerdo abre una nueva página en la historia de este club, tan ligado y querido en el Principado", aseguró Alberto de Monaco. El equipo rojiblanco alcanzó grandes éxitos en los últimos años de la década de los 80, con Arsene Wénger en el banquillo, pero desde el año 2000 no sabe lo que es ganar un título. La final de la Champions de 2003 (con Morientes como estrella) es su gran hito. Desde entonces, el club perdió 'glamour'.
Todo amante del deporte está más familiarizado con 'La Rascasse' que con el estadio Louis II. De no ser por la Supercopa de Europa, poca gente conocería el nombre del pequeño campo en el que el Monaco juega sus partidos. De aspecto fantasmagórico, las gradas sólo se llenan en ocasiones especiales, en partidos diferentes, relevantes y atractivos. Porque así se mueve esta sociedad, más apegada a los eventos que a la identificación con una idea.
Rybolovlev, exitoso gestor de empresas privadas, sabe que la recuperación del prestigio del Monaco pasa por convertir el Louis II en un 'teatro' importante en la agenda de la pequeña ciudad. Con esa política, y el apoyo que da el poder del dinero, quiere atraer a muchas de las principales estrellas del fútbol mundial. La primera gran pieza llegó esta semana: el colombiano Falcao. Su fichaje, más allá de lo futbolístico, tiene un claro objetivo estratégico: ejercer de imán para otros jugadores de alto nivel.
Una plantilla a golpe de talonario.
La locura comenzó con la incorporación de las dos grandes estrellas del Oporto de Vítor Pereira: James Rodríguez y Joao Moutinho recalaron en el Principado a cambio de 70 millones de euros. Ambos estaban en la órbita de los grandes de Europa, pero ninguno llegó a las cifras de los monegascos. Ni siquiera el United, con el que el joven colombiano parecía tener un acuerdo. Carvalho, el tercero, refuerza la zaga.
Falcao ha sido el último fichaje, tan millonario como polémico. Sesenta millones y la posible inclusión de una cláusula especial que permitiría su fichaje por el Madrid en enero. Estratégico, sí, pues Valdés podría seguirle, ilusionado con un proyecto que puede cambiar el fútbol europeo. Y es que el Dorado no estaba en América, Rybolovlev lo ha creado en Monaco.
El diario francés L'Equipe ha publicado un posible once ideal del Monaco para la próxima temporada. Sería el siguiente: Valdés, Ivanovic, Carvalho, Raggi, Coentrao, Ndinga, Moutinho, James, Ferreira Carrasco, Falcao y Tévez.
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