Siempre hubo una primera vez. Ocurrió allá lejos y hace tiempo, hace 112 años, en 1902. Real Madrid y Barcelona se cruzaron en las semifinales de la Copa de la Coronación, que sería la piedra basal de la actual Copa del Rey. El 3-1 de los catalanes, tan en pañales como los capitalinos, sería anecdótico. Tal vez, como la primera aparición de un argentino en la Liga, en el gran derbi español.
Salvo estos duelos a nivel copero, hasta 1929, el fútbol era meramente regional. Los vascos con los vascos, los madrileños con los madrileños, los catalanes con los catalanes. Y así. En aquel año, así las cosas, comenzó un torneo todos contra todos a nivel nacional. Fueron diez equipos en aquella primera edición, algunos ya inexistentes –o perdidos en el amateurismo- como Arenas, Europa o Real Unión. Por aquel momento, los Merengues ya habían tenido en sus filas a jugadores como Eulogio y Sotero Aranguren, hermanos, bonaerenses, criados desde los siete años en San Sebastián.
El Barsa, por su parte, contó un argento trucho, Juan Garchitorena, quien jugó con papeles falsos, puesto que era españolísimo y luego ‘se disfrazó’ de filipino para los documentos. Sin embargo, entre tanto flash que Messi y Mascherano se llevarán en el Bernabéu este sábado, hubo otro compatriota que, con perfil bajo (o hasta ahí, según los cánones de la época), se dio el gusto de protagonizar el clásico de bautismo…
El 17 de febrero de 1929, por la segunda fecha del torneo, Barcelona recibía al Real Madrid en su antigua cancha de Les Corts, inaugurada siete años antes, ante unos 45.000 fanáticos que ya presagiaban que estarían por ver un partido único e irrepetible. El primero de tantos… Ganó la visita 2-1 con doblete de Morera (Parera descontó para los Blaugrana a 20’ del final). Lo cierto es que, en el equipo Culé, jugó un tal Emili Sagi Barba, el primer argento en jugar un derbi liguero…
Había nacido en Bolívar, como Marcelo Tinelli, 28 años antes. Su nacimiento en esas tierras bonaerenses fue circunstancial. Su papá, barítono catalán Emilio Sagi Barba estaba de gira junto con su mujer, embarazada. A los 3, ya vivía en Catalunya. Arrancó con la pelotita en la escuela y, en la playa, incluso llegó a tirar unos pasos con Salvador Dalí, quien ya pintaba lindo. A los 15, Josep Samitier le dio el OK para integrarse a las Inferiores del Barsa aunque, a los 17, estaba incorporado al elenco principal. Fue y vino, fue y vino. Se retiró en 1919, cuando se casó. Regresó tres años más tarde. Y siguió con la pelotita hasta 1936, cuando se retiró.
Fue wing izquierdo, vital en el primer título liguero del Barsa (como ese de 1929, el del derbi en cuestión). Además, sumó cuatro copas de España y una docena de torneos catalanes. Con la misma casaca que hoy viste Messi, llegó a jugar 455 partidos y metió 134 goles, sin fallar ni un solo penal. Igual, por Liga, apenas llegó a jugar 25 partidos y metió dos goles (a Racing de Santander en 1931 y al Alavés en 1932). Lejos, bien lejos de la Celeste y Blanca, en 1926 jugó un amistoso con la selección española ante Hungría. Murió, también, lejos del fútbol. En 1951, un 25 de mayo, fecha patria, aunque posiblemente, nunca llegó a saberlo.
Salvo estos duelos a nivel copero, hasta 1929, el fútbol era meramente regional. Los vascos con los vascos, los madrileños con los madrileños, los catalanes con los catalanes. Y así. En aquel año, así las cosas, comenzó un torneo todos contra todos a nivel nacional. Fueron diez equipos en aquella primera edición, algunos ya inexistentes –o perdidos en el amateurismo- como Arenas, Europa o Real Unión. Por aquel momento, los Merengues ya habían tenido en sus filas a jugadores como Eulogio y Sotero Aranguren, hermanos, bonaerenses, criados desde los siete años en San Sebastián.
El Barsa, por su parte, contó un argento trucho, Juan Garchitorena, quien jugó con papeles falsos, puesto que era españolísimo y luego ‘se disfrazó’ de filipino para los documentos. Sin embargo, entre tanto flash que Messi y Mascherano se llevarán en el Bernabéu este sábado, hubo otro compatriota que, con perfil bajo (o hasta ahí, según los cánones de la época), se dio el gusto de protagonizar el clásico de bautismo…
El 17 de febrero de 1929, por la segunda fecha del torneo, Barcelona recibía al Real Madrid en su antigua cancha de Les Corts, inaugurada siete años antes, ante unos 45.000 fanáticos que ya presagiaban que estarían por ver un partido único e irrepetible. El primero de tantos… Ganó la visita 2-1 con doblete de Morera (Parera descontó para los Blaugrana a 20’ del final). Lo cierto es que, en el equipo Culé, jugó un tal Emili Sagi Barba, el primer argento en jugar un derbi liguero…
Había nacido en Bolívar, como Marcelo Tinelli, 28 años antes. Su nacimiento en esas tierras bonaerenses fue circunstancial. Su papá, barítono catalán Emilio Sagi Barba estaba de gira junto con su mujer, embarazada. A los 3, ya vivía en Catalunya. Arrancó con la pelotita en la escuela y, en la playa, incluso llegó a tirar unos pasos con Salvador Dalí, quien ya pintaba lindo. A los 15, Josep Samitier le dio el OK para integrarse a las Inferiores del Barsa aunque, a los 17, estaba incorporado al elenco principal. Fue y vino, fue y vino. Se retiró en 1919, cuando se casó. Regresó tres años más tarde. Y siguió con la pelotita hasta 1936, cuando se retiró.
Fue wing izquierdo, vital en el primer título liguero del Barsa (como ese de 1929, el del derbi en cuestión). Además, sumó cuatro copas de España y una docena de torneos catalanes. Con la misma casaca que hoy viste Messi, llegó a jugar 455 partidos y metió 134 goles, sin fallar ni un solo penal. Igual, por Liga, apenas llegó a jugar 25 partidos y metió dos goles (a Racing de Santander en 1931 y al Alavés en 1932). Lejos, bien lejos de la Celeste y Blanca, en 1926 jugó un amistoso con la selección española ante Hungría. Murió, también, lejos del fútbol. En 1951, un 25 de mayo, fecha patria, aunque posiblemente, nunca llegó a saberlo.
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