1 de octubre de 2014

Trezeguet, en el fútbol de los descalzos.

Posted By: Hugo Rep - octubre 01, 2014

La Liga de la India quiere instalarse en el gran escenario. La idea es aprender para luego volcarlo a la Selección. La llegada de David, ex River y campeón del mundo, es un emblema de esa búsqueda.

David Trezeguet responde en francés y en español. Según le quede mejor a quien lo entrevista. También le preguntan en inglés y ofrece algunas palabras a modo de cordial respuesta.

trezeguet

El hombre que acaba de abandonar River con palabras que lastimaron está ahora en un nuevo espacio que el fútbol del mundo ofrece: la India. El Rey David, campeón con Francia en el Mundial de 1998, contó en todos los idiomas que está orgulloso de recorrer este nuevo camino.

A los 36 años, el delantero jugará en la Super Liga de India para el Pune FC. También será embajador de un fútbol que busca una nueva resurrección. Los Descalzos (como los llaman por aquella vieja costumbre de jugar apenas con vendas en los pies) quieren refundarse a sí mismos, ahora con botines de las principales marcas.

La Super Liga -llamada I League- tiene pocos años de vida: se fundó en 2007, en sustitución de la National Football League, formada en 1996. El motivo fue el mismo que en la mayoría de los países del sudeste de Asia: entendieron que sin un crecimiento hacia adentro, a partir del fortalecimiento de la competición local, no habría posibilidad de escaparle a la condición de espectadores de las grandes citas.

Hubo una clave en su creación: el aporte de capitales, sobre todo del principal de los patrocinadores: la Oil and Natural Gas Corporation (ONGC), un gigante de los hidrocarburos en esa parte del planeta. Sin embargo, desde 2013, la tentación por ser sponsor se trasladó de rubro: a partir de esa temporada es Bharti Airtel -una empresa de telecomunicación- la que le pone su nombre a la principal competición.

En la actual campaña, la 14/15, participan diez equipos. Se permiten cuatro extranjeros (uno de ellos, obligatoriamente de Asia). Y cuatro de los diez entrenadores no nacieron bajo el cielo indio: el inglés Ashley Westwood (surgido como futbolista en el Manchester United; sacó campeón al Bengaluru la última temporada), el australiano Arthur Papas, el marroquí Karim Bencherifa y el español Oscar Bruzon. Se trata de un síntoma: la voluntad del fútbol indio es aprender. La llegada de Trezeguet está alineada con esa idea.

La historia de este fútbol que ahora procura mostrarse al mundo tiene varios capítulos anteriores que rozan lo inverosímil. Hay una historia de asombro con un nombre desconocido. Neville Stephen D'Souza, representante olímpico en 1956, prefería jugar descalzo al fútbol.

Así había crecido y así se había acostumbrado en tantas mañanas y tantas tardes de ese deporte que los ingleses había ingresado por los puertos y por los ferrocarrilles. También conocía la historia, ahora mítica: el seleccionado de su país no concurrió al Mundial de Brasil, en 1950, a consecuencia de que a sus futbolistas no les permitían jugar descalzos o apenas vendados en el territorio sudamericano.

India se había clasificado un poco por azar y otro tanto por las deserciones ajenas. Para participar de las Eliminatorias se habían anotado apenas dos seleccionados, el de India y el de Birmania (hoy Myanmar), que antes del enfrentamiento decisivo renunció. Con el entusiasmo de su primera participación garantizada, los indios hicieron un pedido, con naturalidad: querían ser fieles a su costumbre de jugar descalzos. La FIFA, entre asombros, respondió con su lógica, también en esos días: "Es imposible". Entonces, India desestimó la posibilidad de ir a la Copa del Mundo. Desde entonces, el segundo país más poblado del mundo (con unos 1.200 millones de habitantes) jamás se clasificó ni estuvo cerca de disputar la máxima cita.

El fútbol de este país se había asomado al planeta través de los Juegos Olímpicos, un rato antes. En Londres 1948, puso en la cornisa de la derrota a Francia. Aquello fue un anticipo: India no estaba lejos del nivel de los seleccionados que participaron del Mundial que terminó en Maracanazo. El protagonismo regional y esa audacia no pudo mostrarse en la gran escena. Tras la ausencia de Los Descalzos en Brasil, llegó un éxito que demostró aquel dominio: en 1951, India ganó los Juegos de Asia.

Cinco años más tarde, regresó a su lugar favorito: los Juegos Olímpicos, con D'Souza como figura. Y hubo un nuevo encanto: en Melbourne, India finalizó en el cuarto lugar. En el encuentro decisivo por la medalla de bronce, apareció enfrente un equipo de aquellos que crecían detrás de la Cortina de Hierro, Bulgaria. Fue un 3-0 que dejó sin podio a Los Descalzos que esta vez se pusieron botines. Pero la gloria de esa participación todavía habita la memoria del deporte de este país, en el que el fútbol suele quedarse a la sombra del cricket y del hockey sobre césped.

Desde aquel recorrido olímpico que terminó sin medallas pero con un recibimiento multitudinario, India no apareció en el ámbito internacional. Con pequeñas excepciones regionales o continentales, en tiempos ya lejanos: en 1962, volvió a ser campeón en los Juegos de Asia y en 1964 resultó segundo en la Copa de Asia. El periodista Santosh Kanuur, en la revista FIFA Weekly, cuenta las causas del decaimiento: "La falta de respaldo gubernamental (pese a que los políticos gestionan el fútbol local) o la inexistencia de formación para las categorías juveniles". Cuenta que en las escuelas otros deportes tenían prioridad y que no se enseñaban ni siquiera las reglas básicas del fútbol. También incluye, claro, la muy floja organización histórica de la Liga local, que ahora pretende tomar un nuevo impulso.

En las últimas Eliminatorias para Brasil 2014, India disputó apenas dos encuentros, correspondientes a la segunda fase de la zona continental: lo eliminó Emiratos Arabes Unidos. En el primer encuentro perdió 3-0, como visitante en Al Ain. En el partido de vuelta, hubo un empate 2-2, en el estadio Ambedkar de Nueva Delhi. El nivel ofrecido no estuvo a la altura de las expectativas.

Un dato cuenta que falta demasiado por recorrer en nombre de cierta mejoría: el seleccionado no gana un partido de las Eliminatorias desde hace más de una década. La última victoria sucedió frente a Singapur (1-0, como local) durante el camino previo a Alemania 2006, en febrero de 2004. En la actualidad, los Bhangra Boys se ubican en el puesto 151 del ranking de la FIFA, cuatro puestos por detrás de Corea del Norte, participante del Mundial de 2010.

Jamal Malik se llama el personaje de la estupenda película británica Slumdog Millionaire (traducida en la Argentina como ¿Quién quiere ser millonario?, título original de la novela del escritor Vikas Swarup), ganadora del Oscar al mejor film en 2008. Un joven indio nacido en Mumbai, pobre, descalzo en toda su infancia, mal tratado por las circunstancias y por su historia, consigue ganar un concurso imposible. Lucha contra todo y contra todos.

Lo hace con lealtad y con tenacidad. Como puede, con lo que tiene. Sin quebrantos. En la victoria, mira al mundo que siempre lo rechazó sin revancha. Y sonríe. Sonríe mucho, recién al final. En ese espejo, el de la película de Danny Boyle, anda fijándose el fútbol de la India. O, al menos, eso parece...

La Liga de la India

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