River gana, gusta y golea. Esta vez la víctima sacrificable fue Almagro que por los cuartos de final de la Copa Argentina fue vapuleado por los millonarios. 2 a 0 el resultado final a favor del equipo de la "banda" con goles de Borrè y Scocco.
Como lo ha hecho en los últimos tiempos Ríver salió a jugar el partido concentrado desde el primer minuto. Con paciencia y sin resignar a su filosofía de fútbol. Sabiendo que su rival iba a buscar en el sacrificio físico para marcar a todos los jugadores millonarios su principal virtud. Un esfuerzo fíco que, no obstante, deja secuelas con el pasar de los minutos. Y River lo sabe.
Cómo hacer de la paciencia una virtud.
De ahí la paciencia para buscar el arco. De ahí los toques para hacer circular el balón. Y aprovechar la oportunidad justa para vulnerar una defensa muy aguerrida.
Y temprano, a los 6' llegó la ventaja en una gran jugada colectiva que culminó Borré. El resto del primer tiempo vio un dominio total de River en el manejo del balón pero poca profundidad para definir. Incluyendo un remate de Scocco en el palo, solo delante del arquero de Almagro. De contra Almagro tuvo la posibilidad de empatar pero Armani se lo impidió con una gran atajada.
Cuántos toques de balón son necesarios para que este River de Gallardo esté en condiciones de patear al arco?. 10, 15, 20, 30? No tiene un límite. Días pasados jugando contra Patronato en el Estadio Monumental, con el partido ya definido por 2 a 0 elaboró una jugada con 37 toques consecutivos del balón sin que pudiera intervener ningún jugador del "patrón entrerriano".
Una filosofía de fútbol que no cambia.
Contra Almagro la filosofía no cambió. Como no cambió en la goleada por 6 a 1 ante Rácing, un equipo de los llamados grandes, jugando de visitante. O jugando contra Lanús uno de sus mejores partidos del año como local en el Monumental ganando 3 a 0. O con los suplentes contra el Gimnasia y Esgrima de Diego Armando Maradona en La Plata.
Como local o visitante River juego siempre igual. En los últimos 3 años ha cambiado la columna vertebral del equipo. Se han ido y han llegado varios jugadores. Pero la mentalidad del equipo es la misma.
El segundo tiempo fue una copia del primero y el segundo gol llegó a los 13' de la mano de Scocco cuando apenas unos minutos antes Almagro había quedado con un hombre menos por expulsión de Arrechea.
Algunos se van y otros llegan, pero la estructura sigue firme.
No está Maidana pero Martínez Cuarta se complementa perfectamente con Pinola. El paraguayo y el chileno Díaz tampoco han tenido problemas de adaptación.
Se fue el Pity Martínez y todo parecía un gran dilema. Sin embargo, como por arte de magia, en muy poco tiempo Quinteros se convirtió en el hombre clave en el mediocampo millonario.
La lesión del colombiano provocó un verdadero pánico en las huestes del millo. Sin embargo Gallardo tenía un as en la manga. Sabía que De La Cruz después de un largo período de banco en incertidumbre sabría aprovechar la oportunidad.
Y así fue. El charúa se convirtió en el reemplazante ideal de Quinteros. Y River siguió adelante. Jugando bien. Y ganando bien. La idea que se había bajado -como acostumbra a decir el ténico- no se resintió en lo más mínimo.
Pratto como consecuencia de una lesión en el hueso sacro jugó infiltrado muchos partidos y pagó las consecuencias: no pudo realizar la pretemporada con sus compañeros en los EE. UU.
Cuando se presentó el dilema de quien debía ocupar su puesto ante la imposibilidad de usarlo con regularidad, Borré y Suárez respondieron con fútbol y goles. Y hoy son la dupla titular en el avance de River.
El mérito de Gallardo.
Ese es el verdadero mérito del equipo técnico. No hay titulares ni suplentes. Hay un verdadero grupo en el cuál el que entra puede rendir a la par de sus compañeros. Nadie se lamenta. No hay "camarillas" ni tampoco "privilegiados", Juega quien esté en mejores condiciones. La "chapa" del nombre cuenta poco. Se debe demostrar en la cancha. Y un ejemplo en la actualidad es Ponzio. El eterno capitán no es titular desde hace varios veces. Pero la cinta es suya. Nadie se la saca. Nadie atina a cuestionarla. Ni siquiera él mismo se cuestiona por que no juega. Pero cuando le toca entrar deja todo al servicio de su equipo.
Este Ríver de Gallardo no se detiene. A diferencia del año pasado cuando, a esta altura, era protagonista de la Copa Libertadores y de la Copa Argentina, este año también apunta a la Superliga argentina y se ha encaramado a los puestos de privilegio.
En una palabra, y como el mismo Gallardo lo ha siempre sostenido, Ríver apunta a todos los frentes, a ganar todo. Este año, más que nunca, está cerca de lograr ese objetivo.
La suerte, los resultados y básicamente la concentración del equipo y la inteligencia de saber cambiar el "chip" a tiempo, serán determinantes.
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