[...] no es justo preferir la fuerza a la verdadera sabiduría;pues aunque hubiera en el pueblo un buen púgil o un vencedor en el pentatlón o en la lucha o en la carrera, todo lo cual es sumamente apreciado en los despliegues de fuerza de los juegos, no por eso la pólis contará con buen orden ( eunomía) (Jenófanes, Frg. B 2, Diels-Kranz, traducción de Alfonso Gómez-Lobo)
A la exaltación emocional del triunfo, Jenófanes contrapone un bien más importante y estable para la ciudad: el contar con buen gobierno y ciudadanos que obedezcan las leyes, pero a esto, según él, poco o nada contribuyen los triunfos atléticos.
Sócrates también criticaba la superficial sensación de felicidad que experimentaban los atenienses luego de que alguno de ellos ganaba en las competencias ecuestres de las olimpíadas.
Las Olimpíadas en el Mundo Antiguo.
Comencemos con los nombres. Ustedes habrán observado que he evitado usar el nombre “deporte” al referirme a las olimpíadas. He utilizado la expresión tradicional “juegos olímpicos”, pero lo he hecho con plena conciencia de su insuficiencia. “Deporte” y “juego” sugieren las ideas de diversión, recreación, pasatiempo.Usemos la palabra justa.
Hacer algo por deporte o por juego se opone a hacerlo en serio.Los griegos, por su parte, no utilizaban en este contexto la palabra equivalente a “juego” ( paidiá) ni tampoco el término que corresponde a “diversión”, “recreación” ( apólausis). Ellos llamaban a las olimpíadas agones, “luchas” o “competencias”, empleando un sustantivo de la misma raíz que aparece en nuestro verbo “agonizar” o librar la última batalla de la vida.
Leer también: Las Olimpíadas en el Mundo Antiguo: Inauguración de los Juegos y competencias.El gran historiador suizo Jakob Burckhardt (1818-1897), en su famosa Historia de la cultura griega, sostuvo que el rasgo central del mundo helénico fue su carácter agonístico, su capacidad para convertirlo todo en materia de competencia y lucha.
Los límites de la palabra.
Como toda simplificación, esta tesis tiene sus límites, pero en lo esencial hay que admitir que es correcta. Los griegos no sólo tenían competencias atléticas sino también poéticas, musicales y teatrales, competencias entre trierarcas o comandantes de buques de guerra, competencias de belleza masculina, etc.En el Simposio de Jenofonte se describe un divertido concurso de belleza entre Sócrates y Critóbulo, un apuesto joven, en el cual Sócrates, ya viejo y gordo, sostiene que él merece el triunfo porque sus labios son más hermosos que los de su contrincante: por ser más gruesos permiten besar mejor (Jenofonte, Simposio, Cap. V. El chiste está basado en el hecho de que el adjetivo griego kalón, tiene diversos significados que oscilan entre “bello” y “funcional”.)
Ganar o perder el agón, lo importante es competir.
También en contextos de suma gravedad los griegos perciben un agón. Cuando los comandantes de un enorme contingente de tropas atenienses están a punto de conquistar la minúscula pólis de la isla de Melos (o Milo) e invitan a los representantes melios a parlamentar, éstos entienden las conversaciones como un agón en que puede oncurrir una de dos cosas: ganar o perder.Perder el agón significa para los melios que los atenienses tienen razón y que, por lo tanto, deben someterse, pero si son ellos, los melios, los que ganan la discusión o debate, los atenienses los atacarán y los someterán por la fuerza. Es decir, no se trata de un verdadero agón sino de una imposición por la fuerza de la voluntad de los atenienses.
La agonística griega.
Esta anécdota permite sacar a luz dos importantes rasgos de la agonística griega. Por una parte, se espera que haya fair play, imparcialidad o condiciones que no beneficien arbitrariamente a una de las partes y, por otra, se reconoce que la meta de cualquier participante es la victoria o nike.En efecto, una de las ideas que circularon cuando se reiniciaron las olimpíadas a fines del siglo pasado fue que lo importante era competir, que lo decisivo era el deporte por el deporte.
Nada más lejano de la concepción de los griegos, para quienes dejar de ganar era una ignominia y vencer lo era todo.
No olvidemos que en la agonística olímpica no hay segundos puestos. Es el triunfo o nada.
El triunfo y la ganancia.
Además, el triunfo por lo general importaba ganancia y ganancia monetaria.En las Panateneas, las competencias más importantes que se celebraban en Atenas, los ganadores recibían a veces hasta cien ánforas llenas de aceite de oliva, un premio de enorme valor.
Insisto en este punto porque para las olimpíadas modernas, bajo la influencia de Coubertin y de E. Norman Gardiner, se creó el mito del deportista amateur, del deportista que compite, literalmente, “por amor” y que no ha recibido jamás recompensa alguna.
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Excelente post, instructivo.
ResponderBorrarGracias Fausto por comentar.
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