El tipo era un idealista. Es cierto que fue un genio de la zurda, un talentoso sin par, un gran goleador, una pegada de tocado, un formidable cabeceador. Pero por sobre todas las cosas, Alonso era un idealista. O es decir también, una mente con grandes ideas, y una mente preparada para confiar en ellas pase lo que pase y caiga quien caiga.
Porque todo parte desde allí, de una cabeza que imagina cosas imposibles. Y el primer paso para vencer la barrera que separa lo posible de lo imposible es soñar que lo imposible no lo es tanto. Entonces Norberto Osvaldo Alonso, pibe prodigio primero, hombre y bandera mas tarde, mito y leyenda ahora, además de un idealista, era también un soñador.
Era solo cuestión de que alguien lo viera y que alguien se juegue por lo que había visto. Fue el brasileño Didí. Pudo haber sido cualquier otro, ¿cómo no verlo?. Desde entonces y hasta el final, lo suyo fue muy difícil de explicar y fácil de entender. La estadística lo refleja, pero no del todo. Sus ideas fueron tan grandes que algo tan lógico y desapasionado como un número exacto nunca podría englobar.
Es por eso que los caños, tacos, pases de fantasías, manos rojas de aplausos, y ovaciones a voz en cuello, solo se guardan en los emotivos museos de la memoria de millones de ilustres anónimos, y en los ecos de tribunas inciertas, como el tesoro más preciado. Entonces, vulnerados los portones del tiempo que distingue lo ordinario de lo trascendente, Norberto Osvaldo Alonso ya no es mas él, sino sencillamente el Beto. Único e irrepetible.
La historia lo eleva en cada imagen suya instalada en la posteridad. El gol a Santoro que ni siquiera Pelé pudo hacer. Los dos gritos catárticos ante San Lorenzo en el 75. El impacto en Cali y la Libertadores desvirgada en sus brazos en el 86. La avivada en el Nacional de Tokio, esa madrugada mágica. La pelota naranja en las redes de Gatti y un Beto sin pudor para soltar las lágrimas, con las venas hinchadas y la camiseta aferrada a los puños, ofreciendo su alegría a la tribuna. Ese saludo en el Monumental lleno cuando decidió colgar la galera y la varita, en la última de tantas tardes memorables de fútbol que nos regaló.
Dijo Osvaldo Ardizone que el fútbol es un potrero y un pibe que juega como el Beto Alonso.
Nació en Florida, Partido de Vicente López, Provincia de Buenos Aires, Argentina, el 4 de enero de 1953. Vivió su infancia en Los Polvorines (Partido de Malvinas Argentinas) hasta los 14 años.
Debutó en la primera categoría del River Plate el 8 de agosto de 1971 a los 18 años, frente a Atlanta, quién terminó ganando por 2 a 1, promovido por el director técnico Didí.
En 1975 fue fundamental para la conquista, después de 18 años, del Metropolitano y del Nacional. En 1976 fue transferido al Olympique de Marsella (Francia), donde jugó solamente 17 partidos (3 goles) y regresó a River.
Estuvo presente en la selección argentina que ganó el Mundial 78. Jugó los dos primeros partidos contra Hungría (donde hizo un pase gol de taquito a Daniel Bertoni) y contra Francia. Pero una lesión lo dejó fuera del equipo hasta el enfrentamiento con Brasil en la segunda rueda. Aún no recuperado, se resintió de su dolencia y no participó por el resto del campeonato. En 1983, ya como jugador de Vélez Sarsfield, volvió a jugar algunos partidos en la selección de Carlos Salvador Bilardo. De hecho fue el autor del primer gol del ciclo de ese entrenador en el Chile 2 Argentina 2 con que se inció la etapa de Bilardo al frente del equipo nacional argentino.
Su paso a Vélez se produjo luego del Torneo Nacional 1981, cuando se enfrentó con el entonces técnico de River, Alfredo Di Stéfano. En el equipo de Liniers mantuvo su alto nivel de juego, aunque las sucesivas lesiones que le generaban su físico y estilo de juego lo dejaba muchas veces fuera del equipo.
En Vélez jugó 73 partidos y convirtió 16 goles, a lo largo de dos años y cuatro torneos (2 Nacionales y 2 Metropolitanos). En el Metropolitano 1982, en el que Vélez y Alonso tuvieron una destacada actuación en la primera mitad del torneo, le convirtió un histórico gol a River en el triunfo de Vélez por 3 a 2 en el estadio Monumental de Nuñez.
El gol fue de cabeza a su ex compañero Ubaldo Fillol y es considerado por muchos como el primer gol no gritado de la historia del fútbol argentino.
En 1984 retornó a River de la mano del recientemente elegido Presidente de la institución, Hugo Santilli, quién había hecho de la vuelta de Alonso uno de los eje de su campaña electoral. La coronación de su carrera fue la Copa Intercontinental que logró en diciembre de 1986 en Japón, frente al Steaua de Bucarest de Rumanía.
Se retiró ante 90.000 almas en Estadio Monumental, en el momento cumbre de su carrera luego de haber ganado todos los títulos posibles para un jugador, el 13 de junio del año 1987. Su último partido oficial fue el 14 de noviembre de 1986 frente a Platense.
En el año 1989 volvió a la escena riverplatense al asumir como mánager de fútbol, colaborando en parte con la obtención del primer campeonato de la década de los 90 con Daniel Passarella como técnico.
Trayectoria Futbolística.
Porque todo parte desde allí, de una cabeza que imagina cosas imposibles. Y el primer paso para vencer la barrera que separa lo posible de lo imposible es soñar que lo imposible no lo es tanto. Entonces Norberto Osvaldo Alonso, pibe prodigio primero, hombre y bandera mas tarde, mito y leyenda ahora, además de un idealista, era también un soñador.
Era solo cuestión de que alguien lo viera y que alguien se juegue por lo que había visto. Fue el brasileño Didí. Pudo haber sido cualquier otro, ¿cómo no verlo?. Desde entonces y hasta el final, lo suyo fue muy difícil de explicar y fácil de entender. La estadística lo refleja, pero no del todo. Sus ideas fueron tan grandes que algo tan lógico y desapasionado como un número exacto nunca podría englobar.
Es por eso que los caños, tacos, pases de fantasías, manos rojas de aplausos, y ovaciones a voz en cuello, solo se guardan en los emotivos museos de la memoria de millones de ilustres anónimos, y en los ecos de tribunas inciertas, como el tesoro más preciado. Entonces, vulnerados los portones del tiempo que distingue lo ordinario de lo trascendente, Norberto Osvaldo Alonso ya no es mas él, sino sencillamente el Beto. Único e irrepetible.
La historia lo eleva en cada imagen suya instalada en la posteridad. El gol a Santoro que ni siquiera Pelé pudo hacer. Los dos gritos catárticos ante San Lorenzo en el 75. El impacto en Cali y la Libertadores desvirgada en sus brazos en el 86. La avivada en el Nacional de Tokio, esa madrugada mágica. La pelota naranja en las redes de Gatti y un Beto sin pudor para soltar las lágrimas, con las venas hinchadas y la camiseta aferrada a los puños, ofreciendo su alegría a la tribuna. Ese saludo en el Monumental lleno cuando decidió colgar la galera y la varita, en la última de tantas tardes memorables de fútbol que nos regaló.
Dijo Osvaldo Ardizone que el fútbol es un potrero y un pibe que juega como el Beto Alonso.
Nació en Florida, Partido de Vicente López, Provincia de Buenos Aires, Argentina, el 4 de enero de 1953. Vivió su infancia en Los Polvorines (Partido de Malvinas Argentinas) hasta los 14 años.
Debutó en la primera categoría del River Plate el 8 de agosto de 1971 a los 18 años, frente a Atlanta, quién terminó ganando por 2 a 1, promovido por el director técnico Didí.
En 1975 fue fundamental para la conquista, después de 18 años, del Metropolitano y del Nacional. En 1976 fue transferido al Olympique de Marsella (Francia), donde jugó solamente 17 partidos (3 goles) y regresó a River.
Estuvo presente en la selección argentina que ganó el Mundial 78. Jugó los dos primeros partidos contra Hungría (donde hizo un pase gol de taquito a Daniel Bertoni) y contra Francia. Pero una lesión lo dejó fuera del equipo hasta el enfrentamiento con Brasil en la segunda rueda. Aún no recuperado, se resintió de su dolencia y no participó por el resto del campeonato. En 1983, ya como jugador de Vélez Sarsfield, volvió a jugar algunos partidos en la selección de Carlos Salvador Bilardo. De hecho fue el autor del primer gol del ciclo de ese entrenador en el Chile 2 Argentina 2 con que se inció la etapa de Bilardo al frente del equipo nacional argentino.
Su paso a Vélez se produjo luego del Torneo Nacional 1981, cuando se enfrentó con el entonces técnico de River, Alfredo Di Stéfano. En el equipo de Liniers mantuvo su alto nivel de juego, aunque las sucesivas lesiones que le generaban su físico y estilo de juego lo dejaba muchas veces fuera del equipo.
En Vélez jugó 73 partidos y convirtió 16 goles, a lo largo de dos años y cuatro torneos (2 Nacionales y 2 Metropolitanos). En el Metropolitano 1982, en el que Vélez y Alonso tuvieron una destacada actuación en la primera mitad del torneo, le convirtió un histórico gol a River en el triunfo de Vélez por 3 a 2 en el estadio Monumental de Nuñez.
El gol fue de cabeza a su ex compañero Ubaldo Fillol y es considerado por muchos como el primer gol no gritado de la historia del fútbol argentino.
En 1984 retornó a River de la mano del recientemente elegido Presidente de la institución, Hugo Santilli, quién había hecho de la vuelta de Alonso uno de los eje de su campaña electoral. La coronación de su carrera fue la Copa Intercontinental que logró en diciembre de 1986 en Japón, frente al Steaua de Bucarest de Rumanía.
Se retiró ante 90.000 almas en Estadio Monumental, en el momento cumbre de su carrera luego de haber ganado todos los títulos posibles para un jugador, el 13 de junio del año 1987. Su último partido oficial fue el 14 de noviembre de 1986 frente a Platense.
En el año 1989 volvió a la escena riverplatense al asumir como mánager de fútbol, colaborando en parte con la obtención del primer campeonato de la década de los 90 con Daniel Passarella como técnico.
Trayectoria Futbolística.
Año/ Nombre del Torneo | Institución donde jugó | Partidos Jugados | Goles |
1971 (Metro) | River Plate | 10 | 1 |
1971 (Nacional) | River Plate | 13 | 2 |
1972 (Metro) | River Plate | 26 | 12 |
1972 (Nacional) | River Plate | 15 | 9 |
1973 (Metro) | River Plate | 16 | 3 |
1973 (Nacional) | River Plate | 10 | 6 |
1974 (Metro) | River Plate | 10 | 1 |
1974 (Nacional) | River Plate | 14 | 6 |
1975 (Metro) | River Plate | 28 | 20 |
1975 (Nacional) | River Plate | 12 | 7 |
1976 (Metro) | River Plate | 14 | 1 |
1976/77 | Olimpique (Francia) | 17 | 3 |
1977 (Nacional) | River Plate | 14 | 6 |
1978 (Metro) | River Plate | 14 | 15 |
1978 (Nacional) | River Plate | 17 | 8 |
1979 (Metro) | River Plate | 13 | 8 |
1979 (Nacional) | River Plate | 13 | 5 |
1980 (Metro) | River Plate | 24 | 7 |
1980 (Nacional) | River Plate | 16 | 8 |
1981 (Metro) | River Plate | 20 | 6 |
1981 (Nacional) | River Plate | 11 | 0 |
1982 (Nacional) | Vélez Sarsfield | 13 | 2 |
1982 (Metro) | Vélez Sarsfield | 24 | 2 |
1983 (Nacional) | Vélez Sarsfield | 12 | 6 |
1983 (Metro) | Vélez Sarsfield | 24 | 4 |
1984 (Nacional) | River Plate | 9 | 3 |
1984 (Metro) | River Plate | 27 | 7 |
1985 (Nacional) | River Plate | 9 | 3 |
1985/86 | River Plate | 15 | 5 |
1986/87 | River Plate | 4 | 0 |
Total | Argentina | 447 | 163 |
Total | Francia | 17 | 3 |
Total | General | 464 | 166 |
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