30 de junio de 2017

El Zenit irrumpe en el panorama del fùtbol mundial con millones, misterios y cracks.

El club de San Petersburgo se lleva a dos de las figuras del fútbol argentino: Driussi y Pavón

El club acaba de comprar a Sebastián Driussi por 15 millones de euros y también podría quedarse con el pase del ex Boca Leandro Paredes, actualmente en la Roma.

Gazprom se convirtió en el accionista mayoritario del Zenit en diciembre de 2005 tras abonar entre u$s 30 y 40 millones al banco San Petersburgo.

Fundada en 1989 durante el periodo soviético, está controlada actualmente por el Estado, aunque tiene carácter privado.

El Krestovsky Stadium, la casa del Zenit San Petersbugo. Escenario de Rusia 2018. 

Zenit de San Petersburgo.

Estadio.

El Krestovsky Stadium, cuentan quienes se encuentran ahora en San Petersburgo en ocasión de la Copa de las Confederaciones de la FIFA, es una maravilla de la arquitectura y de la modernidad. Será una de las joyitas del próximo Mundial, caben 68.134 espectadores y costó -polémicas y empleados mal tratados al margen- 1.400 millones de dólares. Ese escenario es la casa del Zenit San Petersburgo, uno de los nuevos grandes del fútbol ruso, un club creado al amparo del gigante energético y de múltiples negocios, Gazprom.

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Actualidad deportiva.

La institución, que finalizó en el tercer puesto en la última Premier de Rusia y que suma cinco títulos en la máxima competición de su país (incluida aquella Liga de 1984, aún tiempos soviéticos), quiere volver a asomarse a Europa. Hace poco menos de una década, en 2008, ganó la Europa League y la Supercopa de Europa (en la final ante el Manchester United). En aquel equipo se destacaba Alejandro Domínguez -el Chori, antes de su regreso a River en la B Nacional- y lo dirigía el holandés Dick Advocaat.

Ahora, este club nacido en 1929 (seis décadas antes que la empresa que lo regentea e impulsa) es noticia en la tierra de Maradona y de Messi. El motivo: invertirá más de 30 millones de euros en pagar las cláusulas de rescisión de Sebastián Driussi y de Cristian Pavón, figuras de River y de Boca. Y otros 25 millones en contratar a Leandro Paredes, de la Roma.

Propiedad del club.

El dueño de este club que en los tiempos de la URSS y de la Segunda Guerra poco tenía de protagonista es el Gazprom Bank, uno de los tentáculos de la inmensa corporación de Rusia; también el tercer banco en volumen de capital del país más extenso del mundo.

Sergey Aleksandrovich Fursenko es el presidente de la institución. Nació en Leningrado hace 63 años, es hombre de confianza de Gazprom. Admirador de La Masía y de los no tan cercanos proyectos formativos del Ajax, resulta el principal brazo deportivo de la compañía. Durante un par de años, entre 2010 y 2012, fue el presidente de la Unión Rusa de Fútbol. Tiempos en los que el país fue elegido como sede para la Copa del Mundo 2018, la primera ocasión de la historia.

Balance.

El fútbol tiene dos aristas en el planeta de esta empresa fundada en 1989 y que tuvo ingresos por 164.620 millones de dólares en su balance de 2015: para los que no creen en fantasmas es una ventana para mostrarse al resto de Europa y al mundo; para los que desconfían es la perfecta fábrica para lavar dinero de origen poco claro.

Antesala del Mundial.

Las apuestas millonarias por futbolistas argentinos no sucede en un contexto de azar. No es un momento cualquiera para el fútbol ruso: se trata de la antesala de su Mundial. La reciente eliminación en la fase de grupos de la Copa de las Confederaciones (con derrota frente a México, en Kazán) fue un golpe duro. Ahora, las competiciones europeas tendrán que servir como plataforma de relanzamiento. El campeón, Spartak Moscú, y su escolta, CSKA Moscú, disputarán la Champions League. El Zenit y el Krasnodar -otro creciente hijo de los billetes- se presentarán en la Europa League.

Aunque lejos están de las posibilidades de los equipos de las grandes Ligas -incluso en términos de presupuesto- la apuesta económica es relevante y la expectativa deportiva, también. En el Krestovsky imaginan una temporada de paraíso en Europa. Como en los días del Chori...
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Palmarés.

Torneos nacionales (15).

Liga Premier de Rusia (4): 2007, 2010, 2011-12, 2014-15.
Copa de Rusia (3): 1999, 2010, 2016.
Copa de la Liga Premier de Rusia (1): 2003.
Supercopa de Rusia (4): 2008, 2011, 2015, 2016.
Primera División de la URSS (1): 1984.
Copa de la Unión Soviética (1): 1944.
Supercopa de la URSS (1): 1984.

Torneos internacionales (2)

Copa de la UEFA (1): 2007-08.
Supercopa de Europa (1): 2008.

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8 de junio de 2017

En la Champions League de hoy no hay resquicio para milagros de fútbol.

La mejor construcción de fútbol en Europa del Este sucedió en tiempos de desintegración. Mientras nuevos dolores nacían sobre ese suelo, la mejor generación de jugadores brindaba noventa minutos de entusiasmo por su país y por el continente. Yugoslavia se llamaba el territorio que los cobijaba y que comenzaba a deshacerse, tras los tiempos de la Cortina de Hierro.

El plantel y las tribunas cobijaban jugadores e hinchas serbios (en amplia mayoría), montenegrinos, eslovenos y hasta macedonios y croatas. Se miraban y se reconocían. Parecidos y distintos. Jugovic, Mihajlovic, Savicevic, Prosinecki, Pancev.
Estrella_roja
Ellos eran un colectivo, una búsqueda compartida sobre el verde césped. El Estrella Roja resultaba, sobre todo, una luz brillante en el contexto de un infierno que se avecinaba.

Y esa luz iluminó a Europa: en la temporada 90/91, tras la angustia de la definición por penales frente al Olympique de Marsella, el equipo que dirigía el serbio Ljupko Petrovic ganó la Copa de Campeones (la Champions de estos días). Fue la última maravilla nacida del este europeo. Y resultó -quizá- el más grande asombro desde entonces.
Leer tambièn: Los secretos de la nueva vedette de Europa.
Con cracks que luego se destacaron en otros destinos, el Crvena Zvezda (ese nombre impronunciable en español y traducido como Red Star al inglés) se consagró mientras la Guerra de los Balcanes asomaba en el horizonte inmediato y terrible.

Aquel equipo que fue mago y rey resultó también una metáfora de ese tiempo: su desmembramiento fue espejo del otro desmembramiento. El país que se estaba rompiendo facilitó que su expresión deportiva más exitosa y visible se transformara en un rompecabezas desperdigado por países cercanos.
Antes de la lluvia se llama la película (nominada en 1994 a mejor film extranjero) que retrata las contradicciones de aquellos días y de aquellos dolores, de esos enfrentamientos entre vecinos. El fútbol, que aparece modestamente en un lejano relato de radio, latía como casi nunca antes y como nunca después en esa geografía que se modificó luego de tantos espantos.

En 1990, Estrella Roja había pasado de promesa a equipo de lujo, a puro vértigo. Durante ese recorrido, había ganado la Liga y la Copa de Yugoslavia; también había abastecido de jugadores y de conceptos al seleccionado de su país, que participó del Mundial de Italia.

Justo después de esa cita en la que se quedó afuera con la Argentina de Maradona, la gloria aconteció. Ahora, aquellos brillos de campeón son una memoria que retrata un imposible: en la Champions de hoy no hay resquicio para esos milagros de fútbol.
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