13 de enero de 2016

Historias de película: Hungría 1968, de colado a campeón.

Posted By: Hugo Rep - enero 13, 2016

Originario de un país comunista, en 1968 Vasas tuvo que sortear las restricciones del gobierno militar de Onganía para entrar al país; se integró a último momento al cuadrangular y barrió con Racing y River para coronarse campeón.

El régimen militar de Juan Carlos Onganía no quería dejarlos ingresar a Argentina: que vinieran de un país comunista le resultaba muy poco divertido.
hungria1968
Finalmente, obtuvieron un visado especial y pudieron llegar a Buenos Aires. Viajaron entonces a Mar del Plata, para sumarse a un cuadrangular que había sido diseñado para que brillaran River y Racing. Pero apenas salieron a la cancha, dejaron en claro que eran mucho más que un equipo de relleno salido de los pliegues de la Guerra Fría.

Y para sorpresa incluso de los organizadores, los húngaros del Vasas Club de Budapest golearon sin inconvenientes a los dos cucos locales y se quedaron en el arranque de 1968 con el primer torneo de verano que se jugó íntegramente en la ciudad.
 
La primicia sobre la visita del equipo húngaro la había dado, como corresponde, el diario socialista marplatense El Trabajo.

El periódico completaba la información: el Vasas de Budapest había finalizado su participación en un octogonal en Santiago de Chile, y en lugar de regresar al invierno europeo llegaría a Mar del Plata en plena temporada, para ser parte de un torneo inédito en el marco de los festejos por el 94° aniversario de la fundación de la ciudad. Vasas se sumaría así a Racing -campeón del mundo vigente después de su triunfo hacía solo dos meses sobre el Celtic de Escocia-, y al River de Cubilla, Pinino Mas y los hermanos Onega. También llegaría la selección de Checoslovaquia, que era claramente el tercer favorito detrás de los dos equipos argentinos.

El arribo de húngaros y checos fue posible sólo porque ambos planteles aceptaron realizar un visado especial, que incluía datos personales mucho más exhaustivos que los habituales. El celo de la Dirección de Migraciones del gobierno que había derrocado a Arturo Illia dos años antes no era nuevo: hacía pocos meses había impedido el ingreso al país de la selección de básquetbol de la Unión Soviética.

José Piantoni, dirigente del Club Quilmes de Mar del Plata y organizador del torneo, sospechaba que la presencia de los dos equipos europeos aportaría un color especial. Además, el hecho de que anduvieran de paso por la región, y de que su cachet fuera previsiblemente bajo, redondeaban un combo tentador. Lo que no imaginaba era la sorpresa que dejaría su paso por la ciudad, y en especial por el estadio General San Martín, sede del torneo.

Lo primero que sorprendió fue el calentamiento del Vasas antes del primer partido, contra Racing: fue sin pelota. Fieles exponentes del modelo de educación atlética del socialismo soviético, los jugadores desplegaron un notable repertorio de ejercicios precompetitivos: una rutina veloz con todo tipo de acrobacias y ejercicios gimnásticos en medio de la cancha. Los 15 mil espectadores miraban azorados. Vasas en húngaro significa "de hierro", pero ellos parecían de goma.

Fue la previa ideal, especialmente si se tiene en cuenta que el partido comenzó a las 22.45, tres cuartos de hora más tarde de los previsto, para poder acomodarlo con la programación de Canal 13. El partido se transmitía sólo para Buenos Aires. Hubo hinchas que se quejaron también porque el humo que subía de los puestos de churrascos y choripanes sobre la avenida Champagnat dificultaba la visión. En la zona de los corners, donde la iluminación era muy baja, costaba identificar a los jugadores entre el humo graso.
Janos Farkas
Janos Farkas, la gran figura de aquel equipo que visitó Mar del Plata. 
Racing, comandado por Juan José Pizzuti e integrado entre otros por Bocha Maschio, Coco Basile, Chango Cárdenas y Quique Wolff, buscaba recuperar su imagen de equipo temible después de una serie de derrotas de fin de año, más allá de su título intercontinental.
Durante algunos minutos, y sobre todo desde que Cárdenas puso el 1 a 0, parecía que lo lograría, pese a que los húngaros controlaban la pelota. Pero el Vasas no se desordenó: aplicó con rigurosidad su método, siguió jugando a un toque, siguió abriendo la cancha todo el tiempo. Y ganó el partido 3 a 1. Adentro de la cancha, la voz cantante la llevaba el gran János Farkas, héroe de la selección húngara que había eliminado a Brasil durante el Mundial de Inglaterra 1966, y medallista de oro durante los Juegos Olímpicos de Tokio 64.
Con su triunfo sobre el campeón intercontinenal, Vasas se clasificó para la final contra River, que había derrotado ya a Checoslovaquia en el partido inaugural. El club de Núñez, algo cansado de su pretemporada en Necochea, tenía como director técnico a Ángel Labruna. Durante sus entrenamientos en la Base Naval, los millonarios se mostraban confiados en quedarse con la primera Copa Ciudad de Mar del Plata.
El detalle del torneo, partido por partido.
Los jugadores húngaros aprovecharon la tarde libre previa a la final partido para pasear por la Rambla y sacarse fotos con los lobos marinos símbolo de la ciudad. El domingo 12 de febrero, salieron a la cancha para la cita definitiva, y simplemente pasaron por arriba del rival: dos goles de Iván Menczel -el segundo, una pelota picada sobre Amadeo Carrizo- y uno de Farkas cerraron el 3 a 0 final. El único que se salvó de las críticas en River fue Cubilla, pese a que la pretemporada en Necochea le había dejado varios kilos de más.
Entre los ganadores, además de los autores de los goles brilló el defensor Kalmán Mészöly, "la roca rubia" que volvería a Mar del Plata en 1981 como técnico de la selección para un amistoso contra River.
torneo-de-verano-1968
La tapa de la revista River del día posterior al partido: la derrota pegó fuerte. 
La noche de la final en el Estadio San Martín, los organizadores colgaron un cartel para avisar que se habían agotado las entradas. Desde ese mismo instante, comenzó a hablarse de un estadio nuevo para la ciudad. El proyecto se demoraría, y el San Martín tendría tiempo de convertirse en noviembre de 1976 en el escenario del primer gol de Diego Maradona en Primera división, durante un partido entre Argentinos Juniors y San Lorenzo de Mar del Plata.
Este detalle no pudo impedir que en 1996 el San Martín fuera demolido para transformarse, como el Viejo Gasómetro, en un supermercado. Tampoco pudo frenar su derrumbe el recuerdo perdido de un grupo de húngaros que se colaron en la historia del fútbol veraniego.
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