Afronta el mayor desafío de su historia como organizador de la Copa de Africa 2015. Se trata de una ilusión en un país acostumbrado a los golpes. Salvo cuatro excepciones, todos los futbolistas de la Selección nacieron en España.
Es sábado bajo el cielo de Bata, una de las dos principales ciudades de Guinea Ecuatorial. Allí, pleno día, el fútbol resulta una fiesta que sorprende.
En el estadio que lleva el nombre de la capital no oficial de la antigua colonia española se arman enormes colas de hinchas que no se enojan, que esperan vestidos con los colores de la Nzalang. El rojo, sobre todo. Sonríen mientras esperan que el milagro de una victoria suceda en breve: están por debutar en la Copa de Africa 2015 que el país organiza. Enfrente estará Congo y también una larga historia de frustraciones repetidas. Igual, ellos creen. Y caminan el largo boulevard que conduce a las tribunas. Pero detrás de la fiesta popular otras historias suceden alrededor de uno de los seleccionados más absurdos del planeta.
Guinea Ecuatorial es un territorio de contradicciones. Weja Chicampo Puye, coordinador general del MAIB (Movimiento de Autodeterminación de la Isla de Bioko, donde se encuentra la capital oficial Malabo), escribió una solicitada en ocasión del amistoso frente a España hace poco más de un año. En ese texto, entre otras cosas, contaba: "La democracia está lejos de ser una realidad a pesar de poseer desde la década del 90 una enorme riqueza en hidrocarburos.
La mayor parte de la población vive con un dólar al día, con miseria extrema, corrupción, persecuciones, torturas y asesinatos políticos. A nivel internacional, el régimen de Obiang incumple todos los compromisos y convenios firmados, especialmente en materia de respeto por los Derechos Humanos". Y agrega, de manera vehemente: "Cuando un mandatario se sostiene en el poder con violencia contra su pueblo, y tiene las manos manchadas de sangre inocente, no merece el aplauso de los deportistas ni utilizar un evento deportivo para tratar de mejorar su deteriorada imagen". No hay azar en su mirada: Guinea Ecuatorial posee uno de los peores índices respecto de derechos humanos según el informe anual sobre los derechos políticos y civiles de Freedom House.
Además, la agrupación Reporteros sin fronteras lo cuenta al presidente Teodoro Obiang Nguema Mbasogo -líder local desde hace poco menos de 36 años, tras impulsar un golpe de estado- entre los "depredadores de la libertad de prensa". Chicampo suele ser maltratado en su país; claro, las veces que le permiten ingresar. Otro ejemplo: el escritor Fernando Gamboa, autor de la novela "Guinea", tiene prohibido el ingreso al país por la mirada de Obiang que su libro ofrece.
Sin embargo, ahora, desde aquel mismo lugar, Andrés Marinangeli -integrante del cuerpo técnico que lidera el también argentino Esteban Becker- cuenta su mirada extranjera, pero desde adentro, ante la consulta de Clarín: "La gente es humilde y sencilla. Amantes del fútbol, de sus selecciones. Hay un significativo sentimiento nacional. Es un país en crecimiento, de los denominados emergentes por sus ingresos de la explotación del petróleo.
Un país en continuo crecimiento en infraestructuras donde el Gobierno apuesta por el bienestar social de su población. No tenemos en nada de qué preocuparnos ya que residimos en el Hotel Federaciones del complejo deportivo donde se encuentra el Estadio Nacional de Malabo". El hombre cuenta que viven en paz. Y sin problemas. Queda una impresión a la distancia: en Guinea Ecuatorial todo depende del lugar del mostrador al que uno le toque estar. Al margen, en las elecciones que se llevan celebradas en este país de 1.772.275 habitantes (de acuerdo con el censo de 2013) Obiang gana por amplio margen, con más del 90 por ciento de los votos. Desde Estados Unidos -siempre interventor de países con recursos del suelo- al Presidente lo investigan por lavado de dinero en combinación con bancos europeos.
Allí, en estos días, se juega la más incómoda de las ediciones de la Copa de Africa. Se iba a disputar en Marruecos. Pero el temor al ingreso del Ebola al territorio del norte de Africa inhibió a las autoridades locales. No había quien quisiera hacerse cargo de la competición. Ante la urgencia, la Confederación Africana de Fútbol acudió a un viejo socio y amigo: Obiang. Confiaron en los controles sanitarios y en cierta prolijidad ofrecida en la ocasión anterior de 2012, cuando Guinea Ecuatorial se mostró al mundo como organizador junto a Gabón, un vecino.
Cuentan quienes conocen los entretelones de la cuestión que la aceptación tuvo y tiene que ver con una búsqueda: la de limpiar la imagen de un gobierno señalado como hostil en la mirada internacional. Otro detalle contradictorio: en las Eliminatorias para esta misma Copa de Africa, Guinea Ecuatorial -ahora cabeza de serie en su condición de sede- había sido excluido por la mala inclusión de un futbolista, un tal Thierry Fidjeu. El seleccionado infractor ahora presta su casa.
Y allí, en ese contexto, un cuerpo técnico argentino vive una aventura de fútbol. Sí, a Guinea Ecuatorial la conducen argentinos. Y está conformada -salvo cuatro excepciones africanas- con futbolistas nacidos en España que compiten en su amplia mayoría en las categorías menores del fúbol ibérico. Le dicen, con lógica, La Roja de Africa. Y no tiene que ver solamente con el color compartido, por supuesto. En días no tan lejanos, se nacionalizaban futbolistas (sobre todo llegados desde Brasil) en tiempo récord. Fue motivo de discusión, incluso en Zurich, donde la FIFA suele ofrecer la última de las palabras. Ahora, son más cuidadosos: se buscan entre los que cuentan con algún antepasado nacido cerquita del Golfo de Guinea.
"Esto es una licencia para soñar", cuenta Becker a Clarín, justo después del 1-1 en el estreno frente a Congo. El hombre está a cargo del cuerpo técnico más exitoso de la historia del fútbol de este país. Fue campeón de Africa con el seleccionado femenino y obtuvo estupendos resultados con los juveniles. Cuando finalizó el contrato del español Andoni Goikoetxea -el mismo que jugaba para el Athletic de Bilbao y fracturó a Diego Maradona en los ochenta- las autoridades de la Federación no dudaron: estos argentinos trabajan bien, pensaron. Y les ofrecieron dirigir al seleccionado. Aceptaron. Y ahí andan, procurando construir un milagro de fútbol. Con lo que hay; como se pueda.
El periodista Francisco Jáuregui -creador del sitio Sporting Africa y especialista en el fútbol y en la vida del continente- cuenta ante la consulta: "El fútbol ecuatoguineano nunca estuvo entre los principales de África. A pesar de contar con algunos jugadores interesantes, sobre todo en el ascenso del fútbol español, nunca pudo despegar de un segundo o tercer escalafón entre los seleccionados africanos.
Con la Copa de Africa que organizaron conjuntamente con Gabón hace tres años, la cual fue su primera participación en el certamen, parecía que podía llegar a impulsarse un poco más su fútbol. Pero cuestiones políticas y extrafutbolísticas siempre llevaron al Nzalang Nacional a ser más veces noticia por sus escándalos que por su fútbol. Documentaciones adulteradas, convocatorias poco claras a jugadores nacidos en Camerún, Colombia, Brasil y Costa de Marfil, entre otros, sepultaron la parte futbolística a un segundo plano. Sin embargo, ahora las cosas parecen comenzar a cambiar..." Y el cambio, cuentan, tiene que ver con los argentinos de la aventura insólita.
Becker -de Bernal; 50 años; hincha de Independiente, donde jugó en las inferiores- es el líder del grupo. Alguna vez trabajó como asistente en Deportivo Español. El preparador físico se llama Alejandro Sageras -porteño; 44 años; fana de Vélez- y sabe que corre con desventaja respecto de la capacidad física de varios de los rivales que compiten en la elite. Se notó en el tramo final del encuentro inaugural. Marinangeli es el ayudante de campo y también entrena a los arqueros. Nació en Pérez, provincia de Santa Fe, tiene 33 años y cuenta sin inhibiciones que está más loco por Newell's que el mismísimo Marcelo Bielsa. Hay otro colaborador local: Juan Micha Obiang. "No tiene nada que ver con el presidente del país. Acá hay demasiados Obiang, son como nuestros González o algo así", dicen. Curiosidad: Obiang -africano entre argentinos- es el que ceba mate.
A ellos les sucedió una anécdota que retrata. En el estadio La Paz, de Malabo, observando un partido de la Copa local entre dos equipos de la primera división, escucharon una frase de un hincha asombrado y preciso mientras en el campo de juego se jugaba con extrema rudeza: "Esta Liga no es amateur... es a matar". Se rieron. Pero también comprobaron que esa intensidad tenía que ver con la pasión involucrada y con el deseo de mostrarse al mundo a través del fútbol. Uno de esos pocos rincones que tantas veces les ofrece a los invisibles hacerse visibles. A pesar de todo...
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